La técnica básica para la fabricación de los grandes cuchillos se utilizó también en las hachas de pedernal. La diferencia principal estribaba en que los cuchillos se hacían muy delgados en relación con su ancho, lo que producía un borde muy cortante que podía ser reafilado varias veces antes de que se desechara el instrumento, mientras que la forma preferida para las hachas era como herramientas más gruesas y resistentes que podían soportar los impactos de la tala de árboles, la labranza de la tierra o la extracción de piedras destinadas a la construcción.
Los códices mayas muestran una gran variedad de hachas, las cuales podían ser enmangadas de diferentes maneras y utilizadas como hachas propiamente dichas, azuelas, azadones o zapapicos. En una de las fotos de esta publicación, se muestran ejemplos de reproducciones de herramientas que fueron utilizadas en experimentos modernos en el sitio maya temprano de Nakbé, en el Petén, Guatemala. Las herramientas fueron empleadas para extraer bloques de piedra caliza, los resultados fueron muy satisfactorios, pues se descubrió que eran mucho más eficaces que lo que hasta ahora habían supuesto los arqueólogos. Las hachas de piedra fueron los principales instrumentos manufacturados y utilizados en las Tierras Bajas Mayas; si bien el pedernal es común en ellas, los principales yacimientos del pedernal de mejor calidad se encuentran en Belice, donde antiguamente había talleres especializados que producían cientos de miles de esas herramientas para exportarlas a las regiones vecinas. La escala industrial de la producción puede apreciarse todavía en la actualidad por los montículos de desechos resultantes de la manufactura de esos instrumentos.
Tomado de John E. Clark, “Obsidiana y pedernal. La fabricación de instrumentos de piedra en Mesoamérica”, Arqueología Mexicana, núm. 27, pp. pp. 42-51.