Susan Toby Evans
Es probable que la forma de gobierno de los aztecas, reflejada en elementos arquitectónicos como el palacio –con sus tres espacios más importantes: plaza, patio principal y sala del trono–, sea una influencia de los toltecas, en especial de la ciudad de Tula.
En arquitectura, la forma obedece a la función; es por eso que la arquitectura antigua puede revelarnos funciones sociales que no podríamos reconstruir por otras vías. La respuesta a la manera en que funcionaba el Estado tolteca puede buscarse en la comparación de la arquitectura de sus residencias de la elite con la de los aztecas, cuya organización política conocemos mejor.
Entre los aztecas, el palacio del gobernante era llamado tecpan, “lugar de señor”, y se trataba de un espacio en el que se combinaban funciones residenciales y de administración política. El plano del palacio de Nezahualcóyotl, en Texcoco, nos muestra que la vida política se concentraba en dos espacios: el patio principal del palacio y la sala del trono. Esta sala se ubicaba en una plataforma, que daba al patio principal, y veía hacia la entrada del palacio, que desembocaba en una plaza pública. De esta manera, esos tres espacios –plaza, patio principal y sala del trono– llevaban desde el área más accesible a la población a una zona más restringida, donde se debatían los asuntos públicos, para rematar en el espacio más privilegiado de todos, la sala en que residía el poder del gobernante.
El modelo palaciego estuvo presente de manera sistemática en la Cuenca de México durante el Posclásico Tardío, de acuerdo con las descripciones históricas sobre los grandes palacios imperiales y las excavaciones de palacios menores de ciudades-Estado, como el tecpan de Chimalhuacan Atenco y la residencia de la elite en el poblado rural de Cihuatecpan, cerca de Otumba, en el valle de Teotihuacan.
El modelo palaciego azteca
El modelo refleja la forma de gobierno azteca: despotismo combinado con el consenso de los nobles. El dirigente ejercía un poder absoluto, pero no podía ignorar los consejos de los nobles que conformaban su corte y se reunían en su patio. Estos nobles, a su vez, como lo indican las anotaciones en el plano del palacio de Nezahualcóyotl, encabezaban otras entidades –casi siempre ciudades-Estado– y regresaban a sus dominios para ocupar su sala en su propio palacio y reunirse con nobles de menor rango e importantes cabezas de familias de sus localidades. Estos nobles menores, a su vez, discutían los asuntos con sus vasallos en las grandes aldeas y asentamientos rurales.
En cada nivel de la jerarquía política azteca, los asuntos se discutían con los encargados de ejecutarlos, con quienes recogían los tributos y con los encargados de que las milicias estuvieran siempre preparadas para la contienda. Los dirigentes también encabezaban las ceremonias y festejos que se realizaban en los patios.
El análisis de este característico rasgo arquitectónico permite entender la evolución del modelo político azteca. ¿Qué cultura influyó en los aztecas? Reverenciaban a los teotihuacanos, pero para el Posclásico los monumentos a lo largo de la Calzada de los Muertos llevaban cientos de años en ruinas. Durante el apogeo de Teotihuacan, sus construcciones residenciales, los llamados “conjuntos departamentales”, estaban formados por cuartos alrededor de pequeños patios interiores.
Toby Evans, Susan, “Las raíces toltecas de la política azteca: los palacios”, Arqueología Mexicana núm. 85, pp. 55-57.
• Susan Toby Evans. Catedrática en el Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de Pennsylvania. Autora de Ancient Mexico and Central America: Archaeology and Culture History (2004) y editora, con David Webster, de Archaeology of Ancient Mexico and Central America: An Encyclopedia (2001).
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