Un sistema constructivo de papel

Renato González Mello

En memoria de Alfredo López Austin

Los constructores y la estructura del Estado

Miguel Covarrubias no fue el último artista en conseguir que sus ideas incidieran en el debate arqueológico. En 1946, cuando Sylvanus G. Morley finalmente publicó The Ancient Maya, incluyó una sección sobre los métodos de trabajo de los antiguos escultores. Sus fuentes para este ejercicio no fueron los vestigios arqueológicos, sino los dibujos que Charlot elaboró especialmente para el efecto (Morley, 1953, pp. 398-99, ils. 64 y 65).

En virtud de esas ilustraciones, este pasaje un tanto perdido en un libro del que se ha discutido bastante conserva una fuerza evocadora tan indudable como engañosa. Charlot había comenzado a ensayar una iconografía para la representación del trabajo en Cargadores, uno de los pocos tableros que pintó en la SEP, y que además sobrevivió a la destrucción que hizo Diego Rivera de las aportaciones de sus colaboradores.

La composición muestra una cuadrilla de trabajadores que de manera extenuante (y un tanto absurda) acarrean gigantescos cantos rodados hacia una colina coronada por una fortaleza. La construcción del templo, uno de los temas favoritos de la iconografía masónica, fue ampliamente utilizada por los muralistas durante la década de 1920.

La participación de Charlot en la excavación de Chichén Itzá lo llevó a transformar radicalmente sus composiciones con este tema, en una serie amplia y compleja de cuadros y litografías relativos a la construcción de los templos antiguos. Una de las piezas más relevantes de la serie es la gran litografía Constructores, de 1930.

La construcción de un templo maya aparece como una tarea colectiva y concertada entre una multitud de trabajadores, que tienen la sincronización y el orden de una coreografía particularmente abstracta. Una hilera sube las escaleras desde la izquierda hacia el centro, cargando sus respectivos bultos, en tanto que otro grupo en la parte inferior jala de una cuerda hacia la derecha.

Otra fila de trabajadores aparece desde la derecha, empujando sendas carretillas sobre un andamio. La representación del espacio no escatima el uso monumental de la perspectiva que todavía impresiona a los visitantes de las ciudades mayas; sin embargo, la composición de Charlot se organiza en forma relativamente simple sobre la superficie de la obra, en la forma de una cruz diagonal.

El sistema constructivo aparece como una X que gira, imprime dinamismo y organiza a la sociedad, haciendo del templo el eje mismo de la vida de las comunidades. A este respecto, Charlot evocaba las ideas de Anita Brenner en Ídolos tras los altares, que había interpretado los templos prehispánicos como articuladores de la vida social. Es una interpretación romántica, y sus antecedentes pueden buscarse en obras literarias como Nuestra Señora de París, donde Victor Hugo hizo de la catedral la fuente por excelencia sobre la vida medieval (Brenner, 1929; Victor Hugo, 2008).

Imagen: Jean Charlot, ca. 1947.  “Segunda etapa: transporte del monolito”. Foto: BNAH, Archivo Fotográfico Manuel Toussaint / IIE.

Renato González Mello. Doctor en historia del arte por la UNAM. Curador del Museo Carrillo Gil (1989-1992), Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

González Mello, Renato, “Los constructores y la estructura del Estado”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 105, pp. 66-69.