Murales de la Catedral de Cuernavaca, de estilo Techialoyan

Xavier Noguez

Fecha de elaboración

Su manufactura se ha datado a mediados del siglo XVII y hasta principios del siguiente. Algunos investigadores plantean que la pintura de los murales se asoció a fechas posteriores a 1628, cuando se recibió la noticia de la beatificación de San Felipe de Jesús. Sin embargo, existe un dato que podría interpretarse en el sentido de una datación de los murales en una fecha más tardía: Agustín de Vetancourt en su obra Teatro mexicano (1697) no hace mención de los murales en su detallada descripción de la iglesia de Cuernavaca, la que en ese tiempo aún era un convento franciscano.

Localización

Actual Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, antiguo Convento Franciscano de la Tercera Orden, Cuernavaca, Morelos. La construcción del monumento se realizó entre 1529 y 1574-1585. Desde 1994 se le ha dado el estatus de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Características físicas

Fueron pintados en las paredes laterales de la nave de la catedral. De los murales remanentes, el principal mide 30 metros de largo por ocho de altura.

Formas y colores (estilo)

Aún se debate su pertenencia al estilo que muestra el gran conjunto de códices coloniales tardíos conocidos como Techialoyan (véase Arqueología Mexicana, núm. 38). Donald Robertson, en su catálogo de 1975, incluyó dichas pictografías. El autor se basa en las representaciones realistas de las formas humanas, proporcionadas y unificadas, la arquitectura y el ambiente geográfico presentado con plasticidad tridimensional. El colorido usado por el pintor incluye el azul, verde, amarillo, naranja, rojo, blanco, gris y negro. Robertson admite que los murales son aberrantes respecto al conjunto de pictografías Techialoyan y constituyen un ejemplo único. Sin embargo, asegura que pertenecen a dicho corpus con base en su estilo gráfico.

Breve historia de los murales

Hasta tiempos recientes, 1957, se dieron a conocer los murales. Existen noticias de que fue encalado entre 1867 y 1880. A partir de 1959 se inició el proceso de restauración. Aún existen discrepancias en torno a los artistas y las fuentes que inspiraron el ambiente. Sin embargo, diversos autores se inclinan por apoyar la tesis de que fueron artistas indígenas locales los creadores de los murales. Es probable que parte de la inspiración del ambiente oriental provenga de noticias que se disponían sobre los chinos que acudían al mercado en Manila, Filipinas. La atmósfera general de la obra no refleja el Japón de la época.

Principales estudios

Existen estudios bien documentados, como los de María Celia Fontana Calvo (2011), Luis Islas García (1967) y María Elena Ota Mishima (1981), quienes se han dado a la tarea de compilar la información referente al origen y contenido de los murales. En el ámbito de las características formales, el estilo, ha sido Donald Robertson (en colaboración con Martha Barton Robertson) quien ha contribuido mayormente en este campo. Queda todavía pendiente una investigación utilizando los testimonios japoneses de la época, asunto que apenas se comienza a explorar.

Otros nombres

El mural de los mártires cristianos de Japón.

Los murales de la Catedral de Cuernavaca

El principal propósito de elaboración de las pinturas fue la representación del martirio de San Felipe de Jesús y sus 26 compañeros en Nagasaki, Japón, el 5 de febrero de 1597. Un año antes, Felipe de Jesús o Felipe de las Casas, a la edad de 25 años, había emprendido un viaje de Filipinas a la Nueva España con el objeto de ordenarse como franciscano. Su nave estuvo a punto de naufragar y, finalmente, arribó a las costas de Japón. Por entonces ya existía en ese país un grupo de misioneros cristianos con seguidores nativos, a quienes se unió Felipe de Jesús y sus compañeros. Lamentablemente, la era de tolerancia para la nueva religión, por parte de las autoridades, había terminado. El shogún Toyotomi Hideyoshi Taikosama ordena su aprehensión y posterior crucifixión. Comienza un largo camino de Tokio a Nagasaki, en carretas tiradas por bueyes y barcas. El trayecto estuvo lleno de humillaciones y agresiones físicas, como el corte de una de las orejas de los mártires. La comitiva llega a la colina de Tateyama o Nishizaka (el llamado “Calvario” japonés) donde se realizó la crucifixión. En esta ocasión se usaron cruces cristianas con argollas de hierro que sostenían los cuerpos, como se muestra en la pintura. Y para intensificar el sacrificio, los prisioneros también fueron atravesados con lanzas que penetraron por sus costados, cruzándose dentro del cuerpo y saliendo por los hombros. En la iconografía del santo aparecen dos lanzas en su espalda, que marcan este trágico momento. San Felipe de Jesús fue beatificado en 1628, y hasta 1862 se le canonizó.

 

Xavier Noguez. Profesor-investigador de El Colegio Mexiquense, dedicado al estudio y publicación de códices coloniales del centro de México.

Noguez, Xavier, “Murales de la Catedral de Cuernavaca, de estilo Techialoyan”, Arqueología Mexicana, núm. 153, pp. 16-17.

 

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