Como algunas otras prácticas mesoamericanas relacionadas con la modificación del cuerpo humano con el fin de conferirle un significado específico, la del uso de narigueras es una reservada a la elite. De hecho, por lo menos desde el Clásico en adelante, la perforación en la nariz necesaria para colocarla se efectuaba en el marco de una ceremonia que tenía como fin investir a un soberano, el que en esa ocasión recibía insignias que en adelante simbolizarían su condición de gobernante, entre ellas la nariguera. Un buen ejemplo de esta relación de la nariguera con el poder político se encuentra en la lámina 52 del Códice Nuttall, en la que se observa al famoso señor mixteco 8 Venado, Garra de Jaguar en la ceremonia de colocación de la nariguera de turquesa, a la que significativamente también se conoce como “ceremonia para el rango de tecuhtli (señor)”; esto sucede en un momento en que el personaje ha adquirido el suficiente poder para ser reconocido como fundador de un nuevo linaje. Siglos después, en la ceremonia de entronización de los gobernantes mexicas también se les perforaba la nariz con un punzón de hueso de jaguar, para colocarle una nariguera conocida como xiuhyacámitl.
Había por lo menos dos tipos básicos de nariguera: una tubular, también conocida como “de barra”, que cruza la nariz por las perforaciones del séptum; las del otro tipo tenían distintas formas y contaban con unas especies de ganchillos que se fijaban a esas perforaciones, aunque también podrían servir para sostenerse en la nariguera de barra. Este tipo de narigueras colgaban y cubrían la boca.
Aunque las narigueras tubulares poseían una sola forma básica seguramente adquirirían significados específicos en función del material con que estaban elaboradas, e incluso en las representaciones en los códices se observa que algunas están pintadas de colores, obviamente con un sentido específico. Entre el otro tipo de narigueras se encuentran las que tienen forma de mariposas estilizadas –comúnmente relacionadas con Xochipilli- Macuilxóchitl–; la de greca escalonada rematada por rayos, asociada con el Sol; así como otras que semejan serpientes o crótalos. Algunos dioses tenían entre sus atributos distintivos narigueras con formas determinadas, como la de media luna asociada a los dioses del pulque.
Es obvio que las narigueras tenían más connotaciones que la de indicar que quien la portaba era un personaje del más alto rango. Puede aventurarse que como las cuentas que penden de la nariz de ciertos personajes, simbolizaban también el aliento vital de quien la portaba; asimismo, algunas formas eran utilizadas por los señores como parte del ajuar utilizado en las guerras.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.
Vela, Enrique, “Narigueras”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 37, pp. 82-87.