Nuevos datos sobre el juego de pelota en Teotihuacan

Julie Gazzola, Sergio Gómez Chávez

 

Durante mucho tiempo ha persistido la idea de que el juego de pelota en Teotihuacan no se practicaba en canchas cerradas, como las que existían en otros sitios contemporáneos y con los cuales mantuvo alguna clase de vínculos. Ni los detallados levantamientos topográficos, ni las numerosas excavaciones realizadas desde hace ya más de un siglo y medio, habían permitido ubicar una cancha en alguna parte de lo que fue la gran ciudad. Paradójicamente, el no haberla localizado no significa que no existiera o que los teotihuacanos no conocieran el tlachtli, el juego de pelota, que se practicaba en un espacio definido por elementos arquitectónicos. El hallazgo de figurillas, elementos escultóricos y representaciones en pinturas murales indicarían que el juego de pelota pudo haberse practicado en Teotihuacan también de diferentes maneras.

En las pinturas murales de Tepantitla, un conjunto arquitectónico cercano a la Pirámide del Sol, Teresa Uriarte (1992) identificó variantes del juego de pelota, y reconoció la representación de una cancha del tlachtli. En el barrio de La Ventilla localizamos el fragmento de un anillo empleado en el juego, así como varios fragmentos de cerámica con decoración incisa que muestran personajes en actitud de juego, lo que sin duda refuerza la hipótesis de que los teotihuacanos practicaban el juego de pelota (Gómez et al., 2004).

Otra manera de jugar a la pelota era usando un bastón para golpearla. Esta forma de juego era practicada en espacios abiertos, limitados en sus extremos por marcadores móviles ensamblables, como la extraordinaria Estela de La Ventilla, actualmente en el Museo Nacional de Antropología y representada en los murales de Tepantitla. Las plazas públicas de los barrios debieron ser escenarios del juego durante las festividades de la comunidad, pues al ocupar siempre el centro de las comunidades, representaban el punto
de fusión en las experiencias sagradas.
En varias partes de la urbe se han encontrado secciones de estos elementos móviles. También se han descubierto estelas
en sitios del estado de Guerrero o más lejos
aún, en Tikal, Guatemala. De acuerdo con Taladoire (1981), Teotihuacan desarrolló y trató de difundir su propia forma de juego, razón por la cual durante el Clásico disminuyó notablemente la construcción de canchas. El mismo autor señala que a la caída de Teotihuacán se verá incrementado el número de canchas.

Recientemente hemos localizado un conjunto de elementos que permiten plantear y sustentar la hipótesis de la existencia de una antigua cancha en el espacio que ocupa la gran plaza de la Ciudadela. Se trata de un elemento arquitectónico de enormes dimensiones ubicado en el centro de lo que fue un primer e importante santuario. Esta estructura tiene relación con otros elementos, en algún momento con el Templo de la Serpiente Emplumada y en una etapa previa con el edificio que antecedió a éste y fue desmantelado. También tiene relación directa con el túnel bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, que hemos explorado en los últimos ocho años y que simbólicamente corresponde con la cueva sagrada, una representación metafórica del inframundo. La estructura que suponemos fue una cancha es de tales dimensiones que debió usarse exclusivamente para la escenificación ritual de los mitos alusivos a la creación original.

 

Los recientes descubrimientos en la Ciudadela

Las investigaciones arqueológicas dirigidas por los autores de este artículo desde 2002 en el complejo arquitectónico de la Ciudadela han permitido la recuperación de un singular conjunto de elementos que revelan aspectos de los procesos de transformación del espacio, así como de su uso y las características de los grupos que ocuparon el lugar durante siglos. Sabemos que el espacio que hoy ocupa la Ciudadela originalmente fue dedicado durante dos siglos al cultivo intensivo con riego; posteriormente se construyó un primer santuario conformado por diferentes conjuntos arquitectónicos distribuidos en torno a tres elementos centrales. El primer elemento sería un templo sobre un basamento ornamentado con frisos esculpidos de serpientes emplumadas que se desplazan sobre corrientes de agua. Son de un estilo diferente al del edificio que hoy conocemos mejor como Templo de la Serpiente Emplumada, que fue construido sobre los restos de aquel primero, que habría sido desmantelado. El segundo y no menos importante elemento sería precisamente el túnel que pasaba por debajo del primer templo y que en términos simbólicos representa el inframundo. Muchos de los elementos que ornamentaban el primer templo fueron dispuestos en el túnel como relleno. El tercer elemento sería una estructura arquitectónica de 123 m de longitud, orientada de norte a sur y que planteamos fue una cancha para jugar a la pelota.

Los edificios y construcciones que conformaban este primer santuario fueron arrasados y sobre sus restos se construyó el majestuoso espacio arquitectónico que conocemos como la Ciudadela. La transformación del espacio pudo deberse al incremento de las actividades rituales y a la importancia política que paulatinamente adquirió.

Concluida alrededor de 250-300 d.C., la Ciudadela tuvo constantes modificaciones y superposiciones, hasta llegar a la configuración que hoy apreciamos.

A diferencia de otros autores, que plantean que fue sede del poder político y militar o la residencia del gobernante, nosotros postulamos que la Ciudadela fue un espacio originalmente concebido para funcionar como un escenario ritual, para llevar a cabo representaciones de rituales que reactualizaban los mitos de la creación original, así como para la celebración periódica de otros rituales de carácter político. Su construcción indudablemente estuvo vinculada con los grupos y las estructuras de poder, que utilizan los elementos de la cosmovisión, incluyendo a la serpiente emplumada, para obtener legitimidad institucional, justificar su posición de clase, mantener su estatus dominante y muchos de sus privilegios producto del ejercicio del poder.

La enorme cantidad de información recuperada en los últimos 15 años de excavaciones en la Ciudadela abre un amplio abanico de posibilidades para comprender aspectos relacionados con el origen y desarrollo del conjunto urbano, las estructuras de poder, la cosmovisión, la religión y el pensamiento de los antiguos teotihuacanos. Los más de 100 mil objetos recuperados en las diferentes áreas excavadas, incluyendo el túnel bajo el Templo de la Serpiente Emplumada, son importantes no por la cantidad y variedad, sino por la enorme carga de información que poseen y porque sirven para sustentar hipótesis y formular explicaciones.

 

Julie Gazzola. Doctora en arqueología por la Universidad Panthéon-Sorbonne, Paris I. Investigadora de la DEA/INAH. Estudia las primeras fases de ocupación en Teotihuacan.


 Sergio Gómez Chávez. Arqueólogo por la ENAH. Investigador de la zona arqueológica de Teotihuacan. Director del proyecto de exploración del túnel bajo el Templo de la Serpiente Emplumada.

 

Gazzola, Julie, Sergio Gómez Chávez, “Nuevos datos sobre el juego de pelota en Teotihuacan”, Arqueología Mexicana núm. 146, pp. 82-85.

 

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