Presagios de conquista en anales y crónicas europeas

Manuel A. Hermann Lejarazu

En la Crónica anglosajona  (The Anglo-Saxon Chronicle ), uno de los primeros textos de este género escritos en inglés en la época medieval, se registra una serie de sucesos que marcarían la historia de Inglaterra durante los siguientes siglos:

793 En este año espantosos presagios aparecieron sobre Northumbria y asustaron mucho a la gente: consistieron en inmensos remolinos de viento y destellos de relámpagos y flameantes dragones fueron vistos volando por el aire. Una gran hambruna inmediatamente siguió de aquellos signos, y poco después de esto en el mismo año, el 8 de junio, los estragos de miserables hombres paganos destruyeron la iglesia de Dios en Lindisfarne con saqueos y brutales matanzas. Y Sicga murió el 22 de febrero (The Anglo-Saxon Chronicle, 1965: 36, la traducción es mía).

Estos terribles prodigios que fueron vistos en el cielo de un antiguo reino de Inglaterra situado en la parte central de la isla, parecieran haber salido de la pluma de fray Bernardino de Sahagún, pero en realidad provienen de las recopilaciones elaboradas por monjes anónimos entre los siglos IX y XI d.C. En sí, la Crónica anglosajona no conforma un documento homogéneo: se trata más bien de una compleja compilación de siete manuscritos y dos fragmentos redactados en diversas épocas, siendo el más antiguo el conservado en el Corpus Christi College de Cambridge, escrito a finales de 891 d.C. (The Anglo-Saxon Chronicle, 1965, p. IX).

Los textos que recogieron los presagios tienen la forma de anales. Es decir, son anotaciones muy escuetas que describen en orden cronológico los eventos que acontecieron en una sociedad o una unidad política y dejaron una profunda huella en la historiografía medieval (Aurell et al., 2013, p. 110). Los anales se elaboraban en escuelas episcopales, monasterios y cortes reales. La tradición de los anales en Europa occidental parece remontarse a finales del siglo VII en Irlanda, donde destacan los Anales de Ulster y los Anales de Illisfallen.

La estructura de los anales consiste en la anotación de una fecha seguida de un enunciado breve que describe el acontecimiento, pero es interesante que muchas de las noticias recogidas de esta forma tuvieron que ver con sucesos extraordinarios que rompían el orden natural de las cosas, tales como tempestades, inundaciones, plagas, hambrunas, pestilencias y las apariciones de eclipses y cometas (Aurell et al., 2013, p. 111).

Por ejemplo, en la Crónica anglosajona (1965, p. 21) se menciona: “664 En este año hubo un eclipse de sol el 3 de mayo; y en este año una gran pestilencia llegó a la isla de Bretaña, y en esta pestilencia murió el obispo de Tuda (de Northumbria) y fue enterrado en Wagele. Y Eorcenberth, rey del pueblo de Kent, murió, y su hijo Egbert lo sucedió en el reinado”. Más adelante la crónica continúa: “678 En este año la estrella llamada ‘cometa’ apareció en agosto, y brilló cada mañana por tres meses, como un rayo de sol” (The Anglo-Saxon Chronicle, 1965: 22). Pero mucho más difíciles de interpretar son los sucesos sobrenaturales que fueron registrados en distintos años y que en ocasiones se apreciaron como presagios:

685 En este año hubo lluvia de sangre en Bretaña y la leche y la mantequilla se volvieron sangre (este presagio también se menciona en los Anales de Cambria). 729 En este año dos cometas aparecieron; y en el mismo año Osric, quien había sido rey once años, murió, y el sagrado Egbert murió en Iona (The Anglo-Saxon Chronicle, 1965: 28). 773 En este año una cruz roja apareció en el cielo después del ocaso. Y en este año los del reino de Mercia y la gente de Kent pelearon en Otford. Y víboras maravillosas fueron vistas en Sussex (The Anglo-Saxon Chronicle, 1965: 33).

Sin duda, los anales medievales ofrecen varias desventajas al registrar información tan escueta, ya que su redacción nos impide saber con certeza si cada uno de los portentos ocurridos llegó a ser relacionado directamente con la muerte de un rey o con el inicio de una guerra, tal como parece sugerirlo el autor anónimo. Al analizarlos, cierta ambigüedad impide saber si el fenómeno natural se consignó por su importancia en sí o por su valor simbólico al representar un presagio que anunciaba la muerte de un rey o la llegada de alguna epidemia. Si éste fuera el caso, llama la atención que los hechos más extraños estuvieron relacionados con los sucesos más terribles.

 

Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la unam. Investigador en el ciesas-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Hermann Lejarazu, Manuel A., “Presagios de conquista en anales y crónicas europeas”, Arqueología Mexicana, núm. 159, pp. 80-81.

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