Elizabeth Mejía Pérez Campos
La Sierra Gorda, al norte del estado de Querétaro, es un territorio con una particular abundancia de minerales, la cual fue aprovechada eficientemente por sus antiguos pobladores. Uno de esos minerales, el cinabrio, era especialmente apreciado en el área mesoamericana y para su obtención se explotaron numerosas minas y se estableció una gran cantidad de asentamientos –alrededor de 500–, algunos de gran tamaño, como Ranas y Toluquilla.
En la Sierra Gorda de Querétaro abundan los recursos minerales y se encuentran diversos hábitats, como el bosque de pino y encino, el semidesierto y la selva baja. En tiempos antiguos, en esa sierra se localizaban unos 500 asentamientos, de entre los cuales los más explorados han sido Ranas y Toluquilla. Antecedentes Esos sitios fueron descubiertos en el siglo xix, cuando algunos ingenieros que recorrieron la región en busca de nuevas minas visitaron y reportaron la existencia de esas ruinas, que interpretaron como fortalezas militares amuralladas. En 1945, el arqueólogo Eduardo Noguera publicó un trabajo en el que aclaraba que las construcciones consideradas como “atalayas” eran templos; las “trincheras”, paramentos de canchas de juegos de pelota; y las “murallas”, muros de contención. Asimismo, propuso que esas ciudades habían tenido un nexo cultural con Tula, Teotihuacan y Tajín. Entre 1978 y 1987, la arqueóloga Margarita Velasco realizó cinco temporadas de trabajo en Ranas y una en Toluquilla. Entre 1993 y 2000 se realizaron en Toluquilla cinco intervenciones, las cuales estuvieron a cargo de quien esto escribe y de un grupo de investigadores de diferentes instituciones.
Ubicación
Estas dos ciudades se localizan en la parte sur de la sierra y fueron construidas en la parte alta de las montañas, en una ubicación estratégica que les permitía controlar la circulación de personas a lo largo de las cañadas, los recursos naturales y los sitios de rango menor que las rodeaban. Su protección estaba garantizada por las montañas y por un terreno escabroso, que dificultaba el acceso a ellas. Las 150 construcciones de Ranas están distribuidas en dos cerros. Toluquilla, construida sobre una meseta, posee unas 120 estructuras. En ambas ciudades el terreno fue acondicionado con rellenos y muros de contención para obtener mejores superficies para la construcción. Ranas posee tres canchas de juego de pelota y un gran número de templos, así como construcciones de carácter cívico o administrativo, y viviendas y plazas que albergaban a una gran población. Toluquilla tiene una traza urbana cuyo eje central fueron cuatro canchas de juego de pelota; fue perfectamente planeada para que la circulación se efectuara por los costados del cerro y, en la parte central, por corredores angostos. También se han encontrado templos, temazcales y muchas habitaciones con altares, aunque resalta la ausencia de grandes plazas para reunir multitudes.
Elizabeth Mejía Pérez Campos. arqueóloga por la ENAH. investigadora del Centro INAH Querétaro. desde hace siete años dirige el Proyecto Toluquilla.
Mejía Pérez Campos, Elizabeth, “Ranas y Toluquilla, Querétaro”, Arqueología Mexicana núm. 50, pp. 68-71.
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