Claude François Baudez
Entre los sitios mayas del periodo Clásico, Palenque, Chiapas, posee rasgos arquitectónicos originales tales como techos inclinados, un muro medio muy grueso que sostiene la crestería y nichos profundos en la superficie interior de las bóvedas; en algunos edificios se ven nichos o ventanas en los muros. Estos vanos, objeto del presente artículo, tienen forma de T, de T invertida o de cruz. Miden en promedio 19 cm de ancho y 47 de altura. Destacan los nichos sencillos, construidos en el muro con una profundidad de hasta 30 cm, las ventanas que traspasan el muro de un lado a otro y los nichos dobles, en los que una ventana es transformada en dos nichos por un tabique colocado en medio. Estas aberturas han sido frecuentemente modificadas: nichos sencillos fueron tapados total o parcialmente, nichos dobles han sido tapados de un lado o transformados en ventanas por la supresión del tabique interno, etc. Además de estas transformaciones atribuidas a los propios mayas durante dos siglos de ocupación, hubo destrucciones hechas por los primeros viajeros que visitaron las ruinas, quienes, en busca de tesoros, a menudo rompieron el tabique de los nichos dobles. Katherine Peterson (1985) enumeró 85 aberturas en 14 edificios aún en pie; sin embargo, también sugiere que las hay en construcciones aún no excavadas y que las hubo en aquellas completamente destruidas, principalmente en el Grupo IV y en los edificios de la parte sur del sitio. Las aberturas inventariadas se localizan en el Palacio, en los templos del Grupo de la Cruz y en el Templo del Bello Relieve. No se han encontrado en el Templo de las Inscripciones, el Templo Olvidado, el Templo del Conde, los templos del Grupo Norte, etc.
El Templo del Bello Relieve o del jaguar posee varios nichos o ventanas cuadradas o rectangulares y una sola ventana en forma de T, que traspasa el muro norte de la cripta más o menos a un metro del suelo. En los templos del Grupo de la Cruz las aberturas son todas ventanas en forma de T, situadas por lo menos a 2.10 m del suelo. En las casas del Palacio, las aberturas están a la altura del ojo (115 a 180 cm del suelo) y, a excepción de algunos cuantos nichos cuadrados o rectangulares, son aberturas en forma de T, de T invertida y de cruz. Las aberturas del Palacio han intrigado a viajeros y estudiosos. El primero fue Antonio del Río, quien las menciona en la crónica que publicó en Londres en 1822; 30 años más tarde, Jean-Frédéric Waldeck, quien pasó 13 meses en las ruinas, pensó que los nichos servían para colocar lámparas; también afirmó que la forma de T, “que se asemeja a la letra tau griega, según un cieno M. de Paum, representaba para los egipcios el falo disfrazado o velado. Por ende, las figuras en forma de tau serían simbólicas del país de la disolución, erigidas en culto”. Esta interpretación refleja, a la vez, tanto el difusionismo típico de la época como las obsesiones de Waldeck. Menos imaginativo y mucho más sobrio, John L. Stephens menciona que las aberturas en forma de cruz y de T probablemente tuvieran la función de ventilación. De manera irónica, alude a las especulaciones difusionistas que las consideraban derivadas de la cruz griega y el tau egipcio. Alfred P. Maudslay también supone que los "huecos en forma de T en la pared" se utilizaban para iluminar y ventilar.
Es probable que Miguel Ángel Fernández, en 1934, fuera el primero en vincular la forma de las aberturas con el glifo del día ik. En su descripción del Templo del Sol (p. 155) señaló que "... la ventilación está resuelta por medio de huecos en forma de T, la que significa 'soplo, viento', así como por otros huecos colocados en los extremos del remate de la bóveda". En un artículo titulado "Observations on the ik windows at Palenque'" (1985), Katherine Peterson justifica esta identificación, "ya que su forma general es la misma que la del elemento principal del jeroglífico ik". Al observar los distintos tipos de modificaciones, Peterson concluye que las ventanas -tapadas posteriormente- eran más numerosas que los nichos. Después de revisar las distintas hipótesis acerca de su función y significado, la autora considera el signo ik como una forma de invitar al viento a soplar a través del edificio y como metáfora de la vida. El estudio de los nichos del Palacio me ha convencido, en lo personal, de que los nichos son más bien la regla y las ventanas, la excepción.
Merle Greene Robertson (1985) hace hincapié en las modificaciones de las aberturas y concluye que “su forma es más importante que la propia abertura en el muro”, y para explicarla cita las dos hipótesis propuestas por Floyd Lounsbury (1974, p. 11): 1) El ik sería un emblema del linaje de Zac-Kuk, Kan-Ik y Pacal, quienes usan un pectoral en forma de T; 2) el ik derivaría del culto a la estrella vespertina. También subraya el caso de un ik más pequeño "dentro de uno más grande, al centro y entre las paredes", así como la presencia de agujeros que servían para amarrar a ambos lados de una de las aberturas de la Casa E. Creo que la forma en T de la mayoría de las aberturas de Palenque no es la del glifo del día ik, al cual se atribuye el significado de viento o de soplo, sino que deriva de la cruz o del medallón trilobulado. En primera instancia, señalaré que el medallón cuadrilobulado (lóbulo: cada una de las partes, a manera de ondas, que sobresalen en el borde de una cosa), la cruz, el medallón trilobulado normal o invertido y la T normal o invertida son símbolos emparentados que hacen referencia a un mismo concepto.
Traducción: Sandra Rozemal
Claude François Baudez. Director de investigación honorario del Centre National de la Recherche Scientifique de Francia. Ha realizado investigaciones arqueológicas en Costa Rica, Honduras y México.
François Baudez, Claude, “T de Tierra... Y otros signos que la representan”, Arqueología Mexicana núm. 60, pp. 54-63.
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