Como todos los seres humanos, los antiguos mexicanos experimentaban la angustia frente al misterio letal, y es precisamente este sentimiento el que generó su respuesta cultural en todas sus manifestaciones expresivas. Este temor, encauzado y redimido culturalmente, fue sin embargo mal interpretado por algunos de los frailes que describieron a las civilizaciones indígenas. Tal es el caso de fray Diego de Landa, quien escribió acerca de los mayas:
Que esta gente tenía mucho, excesivo temor a la muerte y lo mostraban en todos los servicios que a sus dioses hacían no eran por otro fin ni para otra cosa sino para que les diesen salud y vida y mantenimientos. Pero ya que venían a morir, era cosa de ver las lástimas y llantos que por sus difuntos hacían y la tristeza grande que les causaban. Llorábanlos de día en silencio y de noche a altos y muy dolorosos gritos que era lástima oírlos (Landa, 1978, pp. 58-59).
Landa confunde las intensas manifestaciones del luto, los gritos y los llantos, los cuales tienen una función catártica, con un miedo y una tristeza desmesurados. De hecho, una de las particularidades de los ritos mortuorios prehispánicos es precisamente la extrema eficiencia de lo que hoy llamamos "el trabajo de duelo".
Por otra parte, los mitos y prácticas rituales como el sacrificio humano muestran el profundo arraigo existencial en la muerte que tenían las culturas indígenas de México.
Tomado de Patrick Johansson, “La muerte en Mesoamérica”, Arqueología Mexicana núm. 60, pp. 46-53.
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