Tlaxcala fue en la época prehispánica una de las regiones más pobladas del continente americano: en su reducido territorio se ha registrado casi un millar de sitios arqueológicos, habitados en distintos momentos de los últimos tres milenios. Hoy, este rico patrimonio cultural está desapareciendo bajo una creciente mancha urbana
El momento histórico que ha estigmatizado a Tlaxcala en el imaginario popular es sin duda el de la conquista española. Unos 20 000 soldados tlaxcaltecas formaron el contingente más importante en el sitio de Tenochtitlan, mientras que grupos más pequeños acompañaron a los españoles en sus aventuras de colonización desde Centroamérica hasta Nuevo México; así, lo que fue motivo de gloria antes de la Independencia, se volvió pasado incómodo después. No sin sorna, hace unos años los tlaxcaltecas resolvían estas contradicciones procla- mando, en las placas de sus coches, que consideran su tierra ni más ni menos que la “cuna de la nación”.
Detrás de ese drama histórico del siglo XVI está un pasado milenario no menos turbulento e intere- sante, que sólo la arqueología puede dilucidar. En los 2 500 años que separan la conquista de las primeras aldeas de agricultores, Tlaxcala ha pasado por vaivenes que la han colocado a la vanguardia del desarrollo cultural mesoamericano en ciertas épocas y en el papel de una periferia atrasada con escasa población en otras.
Tomado de Aleksander Borejsza, “Tlaxcala en la época prehispánica “, Arqueología Mexicana núm. 139, pp. 26 - 31.