Un cofre mexica de piedra de la colección de Bauer, 1904

Maria Gaida

Redescubierto recientemente en el Museo Etnológico de Berlín este cofre contenía originalmente, según Bauer, más de 200 piezas, de las cuales se localizaron en el Museo Etnológico de Berlín –tras minuciosas investigaciones– 166 piezas, todas de piedra verde, muchas en miniatura y todas con referencias simbólicas al reino de Tláloc, dios de la lluvia.

 

El Museo Etnológico de Berlín alberga una de las colecciones más importantes de esculturas de piedra mexicas fuera de México, iniciada en 1862 con la compra de la colección arqueológica de Carl Uhde. El legado del comerciante alemán, que residió por mucho tiempo en México, contenía también, entre otros objetos, la tapa de un cofre de piedra con una escultura de ahuítzotl, un animal acuático mitológico. Este ser representaba el nombre del octavo tlatoani, Ahuítzotl, el antecesor de Moctezuma II, que reinó entre 1486 y 1502 d.C. La tapa probablemente pertenece a un cofre (tepetlacalli) que se conserva en el Museo Británico. En la parte inferior de la tapa con el ahuítzotl puede verse una fecha en relieve: el año 7 caña (1499 d.C.). Esta fecha probablemente conmemora el año en el que el monarca Ahuítzotl celebró la terminación del acueducto de Acuecuéxcatl, construido para mejorar el abastecimiento de agua dulce de la creciente Tenochtitlan. 

Hermann Strebel, quien también trabajó durante muchos años como comerciante en México, vendió otro cofre de piedra al museo berlinés en 1893. Tanto en la parte frontal como en los lados de este cofre se puede apreciar el relieve del jeroglífico chalchíhuitl, piedra preciosa. Los glifos y las partes laterales de la tapa muestran restos claros de pintura blanca. Nunca se ha investigado qué uso concreto se le daba a este cofre.

El tercer cofre de piedra llegó a la colección berlinesa a principios del siglo XX. Se trata de un cofre más pequeño y compacto que los anteriores. El relieve que se aprecia en la cara lateral fue interpretado en su día por el mexicanista Eduard Seler como una representación del “alma del guerrero muerto”( Seler, 1904, II, p. 745). Esto lo corroboran diversas fuentes etnohistóricas según las cuales los cofres de piedra se usaban como urnas funerarias. El cofre berlinés se expone como tal desde hace mucho tiempo. No obstante, es igualmente probable al parecer su uso como depósito de ofrendas o de instrumentos de autosacrificio.

Así, resultó muy conveniente que en las excavaciones de los últimos años en el Templo Mayor de la antigua México-Tenochtitlan se encontraran tres cofres de piedra similares (en los depósitos de ofrendas 18, 19 y 97) (López Luján, 2009), justamente debajo de la gran pirámide doble, consagrada a la deidad tutelar, Huitzilopochtli, y al dios de la lluvia, Tláloc. Los cofres contenían, entre otros objetos, numerosas figurillas de Tláloc y cuentas de piedra verde. Todo indica que se trata de depósitos de ofrendas para Tláloc. ¿Contenía el equivalente berlinés también ofrendas a esta deidad? Tras el descubrimiento de los cofres mexicanos, en todo caso valía la pena revisar el archivo del museo en busca de indicios que pudieran aclarar las circunstancias del hallazgo y la función de la pieza berlinesa.

 

Gaida, Maria, “Un cofre mexica de piedra de la colección de Bauer, 1904”, Arqueología Mexicana núm. 110, pp. 78-83.

 

Maria Gaida. Arqueóloga por la Universidad de Hamburgo. Curadora de la colección mesoamericana de la sección de Arqueología Americana y jefa del Departamento de Colecciones del Museo Etnológico de Berlín

 

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