La dinámica del desarrollo urbano y ceremonial de Tikal estuvo basada en las actividades realizadas en los complejos arquitectónicos conocidos como Mundo Perdido y Acrópolis Norte, ambos caracterizados por su función eminentemente ritual. Lo que se conserva de las construcciones más tempranas de Tikal es muy poco, sobre todo en el caso de Acrópolis Norte, pues algunas fueron mutiladas por los mismos mayas al erigir construcciones posteriores. Aun así, es posible reproducir su formato debido a que a lo largo de los siglos los basamentos y edificios que los integraron fueron periódicamente recubiertos por versiones casi idénticas, con algunas adiciones que incrementaron el volumen y la altura.
El Mundo Perdido estuvo relacionado con la conmemoración del tránsito solar y con los ciclos de tiempo. En 200 a.C., la versión de la pirámide de base radial (5C-54-3a) con las cuatro escalinatas incluye en las fachadas mascarones acompañados por sus correspondientes escalinatas de servicio, que permitieron a los sacerdotes y artesanos aproximarse a ellos con fines rituales. Aunque no queda evidencia de la morfología de los mascarones, es probable que se tratara de representaciones de serpientes o jaguares, pues estos animales se asocian con el cielo diurno y el nocturno, respectivamente. Sobre la gran y larga plataforma, al este de la pirámide. se encuentran tres santuarios, el principal de ellos al centro y los dos restantes en los extremos norte y sur. El formato de este tipo de conjuntos es semejante al Grupo E de Uaxactún, construido unos 300 años más tarde que el de Tikal. El destacado americanista Frans Blom lo identificó como un observatorio astronómico perfectamente orientado hacia la posición del Sol durante los equinoccios y solsticios. Ahora se sabe que más que un observatorio funcional representa un ideograma cuatripartita o axis mundi, inspirado en el tránsito diario y anual del Sol, así como el complemento de ciclos de tiempo de acuerdo con los principios cosmológicos del sistema de creencias de los antiguos mayas.
Los restos culturales recuperados en las excavaciones en el Mundo Perdido entre 1980 y 1981, realizadas por arqueólogos del Instituto de Antropología e Historia de Guatemala, indican que entre 400 y 200 a.C. existió en Tikal un sistema político de liderazgo sacerdotal en el que predominó el culto y las ofrendas a la tierra, a los antepasados y al entorno natural. Esto se manifiesta en enterramientos de hombres y mujeres (algunos de ellos probablemente considerados como ofrenda votiva) en los que no es posible establecer la existencia de un segmento social relacionado con la realeza. En los niveles más profundos del Mundo Perdido. la Acrópolis arte y la Plaza de los Siete Templos se encontraron cavidades talladas en la roca natural donde se depositaron restos humanos y de animales desmembrados, así como vasijas fragmentadas que formaron parte de las ofrendas votivas a la tierra. En distintos momentos de este periodo hubo también dos estructuras adyacentes a la pirámide radial 5C-5+3a que fueron utilizadas para el culto; una de ellas pudo funcionar como plataforma para danzas y la otra como un recinto circular para consejo o retiro ritual. En lo alto de la colina no se han localizado evidencias de estructuras habitacionales, lo cual lleva a considerar que la gente común se concentró en las cercanías del bajo Santa Fe y el río Holmul.
Tomado de Vilma Fialko, “Tikal, Guatemala. La cabeza del reino de los hijos del sol y del agua”, Arqueología Mexicananúm. 66, pp. 36-43.
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