Para los rarámuri danzar les da unidad comunitaria, esto quiere decir que representa el valor mismo de seguir siendo tarahumara. Algo importante para la gente rarámuri es realizar fiestas; hacer yúmari no sólo por ser la base para la reproducción social y la manera de mantener un equilibrio dentro del grupo, sino también para evitar que el mundo se muera.
Este vínculo se ejemplifica en el carácter religioso de las danzas y sacrificios, donde el entorno tiene presencia fundamental. De acuerdo a lo narrado en los mitos de creación: “El pedacito de tierra empezó a crecer hasta que se fueron formando las montañas. Por eso ahora bailamos mucho para que la tierra siga maciza y no se vuelva a hacer agua” (narrado por Candelario López, rarámuri de la comunidad de Potrero, en Pintado, 2004, p. 27).
En palabras de Ana Paula Pintado (2004, p. 24): “Hay que bailar mucho para que llueva”. Esto es importante pues sitúa el origen del mundo en la danza, lo que hizo posible que haya montañas, maíz y casas.
La relación que tienen los grupos indígenas de la Tarahumara con el entorno ecológico y social donde viven debe ser considerada para entender la construcción del contexto de la sierra, que se vuelve la base de muchas de las leyendas, los mitos y los cuentos, medios por los cuales se relacionan con su mundo y reproducen su cultura, además de ser el escenario donde se hace yúmari y donde se disputan actualmente los recursos naturales que explota el capital.
Imagen: “Éste es un mural que pintamos, la gente de la comunidad, para representar cómo nos vemos”. #Mogótavo. Sitio: https://www. facebook.com/awetibuame/. Foto: Awé Tibúame A.C., 15 Febrero de 2022.
Arely Karina Álvarez Vázquez. Pasante de etnología por la ENAH. Investiga el modelo educativo de la telesecundaria en la Sierra Tarahumara. Colaboró en el proyecto Humanismo en Clave de Ciudadanía del Departamento de Reflexión Universitaria de la Universidad Iberoamericana.
Álvarez Vázquez, Arely Karina, “Yúmari el espacio de reciprocidad rarámuri”, Arqueología Mexicana, núm. 175, pp. 70-71.