El pueblo maya del periodo Clásico Tardío nos heredó un amplio y variado universo de obras plásticas, que nos sugieren el ideal estético de esta cultura en esa época y, al mismo tiempo, nos muestran la capacidad y destreza de sus artistas. En la primera mitad de este siglo se pensaba que era imposible identificar a los artistas que esculpieron las estelas, altares y dinteles, o a los que pintaron complejas escenas en muros o vasijas, ya que se creía que las obras de los artistas mayas eran anónimas. En la actualidad no es nada novedoso hablar de este tópico, pues el avance en el desciframiento de la escritura jeroglífica ha permitido reconocer firmas y nombres de algunos pintores y escultores. Han sido los trabajos de Michael Cae los que han aportado las bases para reconocer el papel de los ah ts ‘ib (“escriba” o “pintor”), ah uxul (“escultor”) e its' at (“artista”), así como otros títulos que caracterizaban a las personas que realizaban dichas actividades.
Al igual que en muchas otras culturas del mundo, en la maya se consideró que los dioses eran los grandes y los primeros artistas, y quienes enseñaban a los humanos este prestigiado oficio. En los códices podemos observar a ltzamná, el “dios supremo”, con tintero y pincel en las manos. En situación semejante es factible encontrar imágenes de Chac, “dios de la lluvia”, quien en ocasiones suele llevar en la lengua una especie de ábaco. De igual manera, en las vasijas del periodo Clásico podemos encontrar hombres y seres fantásticos haciendo esculturas o escribiendo sobre códices.
Tomás Pérez Suárez, “Pintores y escultores del mundo maya”, Arqueología Mexicana, núm. 42, pp. 60-67.