Ramón Carrasco, María Cordeiro
Como parte de los trabajos de reintervención en la Estructura II de la zona arqueológica de Calakmul, en 1998 fue descubierto uno de los monumentos que marcarían un antes y un después en la historia de este proyecto. Ese monumento implicó cambiar por completo la concepción tanto en la metodología de trabajo como en la interpretación de la historia e ideología de sus pobladores y de los antiguos mayas.
La Estructura II es el edificio principal de la ciudad, cierra el extremo sur de la plaza central y es un basamento monumental escalonado con esquinas remetidas y una escalinata central flanqueada con grandes mascarones zoomorfos, que originalmente estaban policromados, y cuyas características la sitúan en el katún 8 (593 d.C.).
En su interior se descubrió una de las primeras manifestaciones de la arquitectura pública de esta sociedad, que corresponde más o menos al baktún 7 (400-354 a.C.): una subestructura de cuerpos escalonados, de unos 15 m de altura, con dos patios rodeados por edificios. Al norte del primer patio se encuentra un macizo arquitectónico que tiene al centro un friso de aproximadamente 3.5 m de altura por 20 m de largo, con un complejo contenido iconográfico modelado en estuco. Lo anterior contrasta con los paramentos lisos de la fachada de sólo un metro y medio de altura.
Witz o montaña
En el conjunto arquitectónico al cual llamamos Sub II-c se hizo una recreación del concepto montaña-cueva, que es la esencia de la concepción del mundo de los antiguos mayas, concepto que comparte con otros centros del área maya y probablemente mesoamericana. El complejo arquitectónico tiene su acceso al norte, por donde se asciende mediante una escalinata flanqueada por la imagen duplicada del witz o montaña, que representa una escalinata de acceso a la cueva, es decir al interior de la montaña, a través del portal por donde se transita hacia el espacio sagrado en el que se desarrollan los rituales de comunicación con los ancestros.
En esta primera construcción de Calakmul el concepto de witz se remarca por el diseño que delimita la porción superior del área del friso, donde se despliega a todo lo largo una banda con símbolos generalmente asociados al llamado monstruo de la tierra, lo que alude, según la iconografía clásica, “a la porción inferior del cosmos”, pero en realidad hace referencia al interior del witz o bien al Xibalbá entre los mayas.
Entre los distintos componentes que lo conforman se destaca en la parte central la figura de un ser antropomorfo con cabeza zoomorfa. En la literatura arqueológica estos personajes, por la postura en que se presentan, y a falta de una mejor explicación de su significado, se les describe como los nadadores, pero la postura de la figura es más bien la que se adopta para reptar, es decir, para deslizarse al interior de la montaña a través de la cueva. Este ser antropomorfo y mitológico representa al ch’ulel, entidad anímica de los mayas que reside en el Xibalbá lo mismo que en los seres humanos, plantas y animales.
En la intersección de los colmillos de la mandíbula que enmarca al friso se localizan elementos de forma trilobulada, un ideograma que hace alusión al concepto de montaña o witz. La presencia de este ideograma en la decoración del friso de la Sub II-c1 alude a los rituales en el interior de la montaña, donde se reintegran las entidades anímicas o ch’ulel cuando mueren los individuos.
En el pensamiento mesoamericano el individuo al morir entraba por la cueva al interior de la montaña, transitando hacia el espacio donde residían los antepasados, la morada de la entidad anímica, es decir al inicio y al origen.
No hay en esta forma de pensamiento una oposición entre vida y muerte como entre cielo e infierno, y por ello no tienen cabida los dioses o deidades benévolas en oposición a los demonios o seres malévolos. Para los mesoamericanos la muerte no es un premio o un castigo como para los occidentales, es simplemente un estado del ser.
Este hallazgo no sólo supone un cambio en el pensamiento de la sociedad maya del pasado, sino que haber liberado este monumento nos permitió también estudiar los comienzo del desarrollo artístico de la región.
María Cordeiro. Egresada de la Escuela de Conservación y Restauración de BBCC de Galicia. Cursa la maestría en gestión cultural en la Univarsitat Oberta de Catalunya. Directora de conservación y restauración del Proyecto Arqueológico Calakmul.
Ramón Carrasco Vargas. Arquitecto, arqueólogo y museógrafo. Director del Proyecto Arqueológico Calakmul, Campeche.
Cordeiro, María, Ramón Carrasco Vargas, “El origen de la montaña”, Arqueología Mexicana núm. 128, pp. 41-45.
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