La frontera mesoamericana
En la época prehispánica, la región de Guanajuato fue habitada en distintos momentos por sociedades sedentarias y nómadas, y de hecho siempre fue una zona de frontera entre Mesoamérica y Aridoamérica. Desde el surgimiento de Chupícuaro en el Preclásico hasta el abandono de la región a principios del Posclásico, Guanajuato albergó una importante cantidad de asentamientos que a la par que desarrollaron sólidos estilos locales, en rubros como la cerámica y la arquitectura, mantuvieron una intensa interacción con las sociedades de las regiones mesoamericanas vecinas. Participaron en redes comerciales y establecieron relaciones políticas de diversa índole. En el Posclásico, la región estuvo habitada básicamente por grupos nómadas de cazadores-recolectores, que también mantuvieron algún tipo de relación con sus vecinos sedentarios.
El medio ambiente
Las condiciones geográficas de la región y la variación ambiental de éstas a lo largo del tiempo influyeron de manera relevante en la conformación de las sociedades que la ocuparon. Mientras esas condiciones fueron propicias, se desarrollaron grupos agrícolas y sedentarios que dieron lugar a poblaciones de gran tamaño y con arquitectura pública de cierta complejidad. Hacia el comienzo del Posclásico se dieron condiciones de aridez en la región que, al inhibir gradualmente las posibilidades de obtener cosechas suficientes para el sustento de la población, provocaron el abandono paulatino pero constante de casi todos los asentamientos sedentarios. Para el Posclásico Tardío, la frontera norte del área mesoamericana coincidía con la zona donde el régimen de lluvias era suficiente como para permitir el cultivo y la vida sedentaria. Aunque también es posible que la desestabilización de grandes centros, como Tula, Hidalgo, haya ocasionado un reacomodo de las poblaciones de la región, al debilitarse los sistemas de intercambio.
Tomado de “Guanajuato: historia y arqueología”, Arqueología Mexicana, Núm. 92, pp. 24-27.