La tumba 1 de San Pedro Ixtlahuaca

Cesar Dante García Ríos, Ricardo Higelin Ponce de León

La tumba 1 de San Pedro Ixtlahuaca es un ejemplo de cómo los zapotecos del Posclásico Temprano representaron su genealogía y estatus social, tras el declive del poder político, económico y religioso de Monte Albán. Esta tumba es la única hallada hasta el momento que cuenta con tres nichos frontales, los cuales contienen cinco deidades del llamado complejo del maíz, lo que sugiere la relevancia de la mujer enterrada.

 

En 2008 se descubrió la tumba 1 en el sitio arqueológico de 4 Puertas o Los Mogotes, en San Pedro Ixtlahuaca, ubicado a 4 km al noroeste de Monte Albán, después del aviso por parte de la autoridad municipal de un saqueo a una tumba. La Dirección de la Zona Arqueológica de Monte Albán llevó a cabo un rescate arqueológico que permitió identificar que la tumba era de planta rectangular sencilla, orientada de este a oeste, y que tenía 2.17 m de largo por 1.75 m de ancho, además de techumbre escalonada.

En la esquina noroeste del recinto funerario se localizó un amontonamiento de tierra –en el cual se rescataron huesos de ave, conejo y serpiente–, lo que posiblemente correspondía al relleno de los objetos o vasijas que habían sido saqueados. De este nivel sólo pudo ser rescatada una olla miniatura de filiación mixteca que se encontraba entre los escombros de la techumbre de la tumba y la tierra removida. La olla es del tipo Yanhuitlán Rojo sobre Crema y está decorada con xicalcoliuhquis o grecas.

Gracias a las excavaciones se localizaron los restos óseos de una mujer de entre 35 y 45 años de edad, con orientación de este a oeste. Su cabeza estaba cerca de la entrada de la tumba, donde se hallaron dos cajetes de pasta gris del tipo G3M. Estudios de carbono 14 –realizados por la doctora Noureen Tuross, de la Universidad de Harvard– indicaron como fecha de muerte la de 1164 ± 50 d.C., correspondiente al Posclásico Temprano.

En la fachada de la tumba se hallaron los restos de una olla de pasta roja que había sido rota intencionalmente para cubrir tres nichos que se encontraron en la parte superior del dintel; éstos contenían siete vasijas efigie o urnas funerarias. Algunas de ellas se combinaron con partes de dos vasijas, lo cual indica la intención de combinar los atributos de ciertas deidades y los numerales que portaban para formar una escena.

Las vasijas efigie halladas en la fachada de la tumba son: 1) cabeza de diosa con trenzado de Yalalag, que aparentemente representa a la mujer enterrada; 2) pareja formada por el dios 1 Tigre o Jaguar y la diosa 2J, que representan poder, estatus, fertilidad, provisión de alimentos, ancestros, origen y genealogía; 3) personaje o sacerdote con vestimenta del dios L Pitao Cozobi, relacionado con la fertilidad y el cultivo del maíz; 4) pareja formada por una diosa con atributos de Cocijo, deidad de las lluvias, agua, rayo y trueno (abajo) y, un dios con moño en el tocado y con máscara de serpiente (arriba) (en las culturas del Posclásico, como la mexica, esta pareja simboliza los opuestos complementarios, se le denomina atlachinolli, y representa a la guerra como acción regeneradora, el fuego nuevo o un nuevo tiempo); 5) dios joven con dos vasos; lleva una diadema, que en la iconografía zapoteca representa el símbolo del año. Las vasijas efigie del nicho principal son cinco de las seis deidades que Alfonso Caso e Ignacio Bernal clasificaron como dioses del complejo del maíz, relacionados con los antepasados, el ciclo de la vida y la muerte, las lluvias, los cultivos y las cosechas.

 

La tumba 1 y la tradición funeraria del clásico tardío

Caso señaló que en algunas tumbas de Monte Albán del Clásico Tardío o Monte Albán IIIB-IV (650-950 d.C.) se colocaban cinco representaciones del dios L custodiando la entrada; por su parte, Bernal menciona que los llamados acompañantes y el dios L o Pitao Cozobi representaban a las entidades protectoras de los muertos en ese periodo. En las tumbas 31 y 40 se encontraron cinco representaciones de Pitao Cozobi viendo hacia el este, como custodiando los restos mortales de quienes ocuparon las tumbas; en las tumbas 34, 51, 76 y 125 fueron halladas cinco vasijas de los llamados acompañantes.

En la tradición funeraria zapoteca, el estilo arquitectónico de la tumba 5 de Cuilapan excavada por Marshall Saville en 1902, y según Bernal correspondiente a la fase Monte Albán IIIB-IV, representa el ejemplo más cercano a la tumba de San Pedro Ixtlahuaca, ya que en la fachada fue hallado un nicho con tres vasijas efigie de deidades del complejo del maíz: el dios murciélago, el dios L y la diosa 2J.

Para Caso y Bernal, en sitios como Monte Albán, Teotitlán del Valle, Xoxocotlán, Macuilxóchitl y San Luis Beltrán, la diosa 2J aparece como pareja del dios murciélago en vasijas o urnas, mientras que en otros casos aparece como pareja del dios 1 Jaguar, identificado con el glifo B en estelas, en el calendario o en una gran cantidad de vasos con esta combinación glífica. Marcus y Flanery propusieron que esta última es la pareja original y divina, similar a la pareja legendaria de los mixtecos (el señor 1 Venado y la señora 1 Venado). Según estos autores, los nombres 1 Tigre y 2J eran reutilizados por cada generación de la nobleza para remontarse a tiempos míticos, como lo hacían los mixtecos, quizá como una manera de legitimar su posición social.

 

Cesar Dante García Ríos. Pasante en arqueología por la enah. Encargado del Polígono de Protección de la Zona Arqueológica de Monte Albán, Centro inah Oaxaca.

Ricardo Higelin Ponce de León. Antropólogo por la enah. Maestro en antropología biológica por la Universidad del Sur de Illinois en Carbondale. Maestro y candidato a doctor en arqueología y contexto social por la Universidad de Indiana en Bloomington. Se ha especializado en el estudio de la bioarqueología oaxaqueña.

 

García Ríos, Cesar Dante, Ricardo Higelin Ponce de León, “La tumba 1 de San Pedro Ixtlahuaca”, Arqueología Mexicana núm. 132, pp. 56-59.

 

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