Las misiones de fray Junípero en la Sierra Gorda de Querétaro

Las misiones de fray Junípero en la Sierra Gorda de Querétaro

 

Diego Prieto Hernández

En las cinco misiones franciscanas de la Sierra Gorda: Jalpan, Tancoyol, Concá, Landa y Tilaco –joyas del barroco novohispano del siglo XVIII–, se combinaron el talento y la creatividad de los pueblos indígenas de la región con el empuje y la fuerza espiritual de los misioneros españoles.

 

Un mallorquín en tierra de pames

 

Hace más de 250 años, el 16 de junio de 1750, llegó a la población de Jalpan, en la escarpada Sierra Gorda novohispana, Miguel José Serra y Ferrer, oriundo de Petra de Mallorca, en las mediterráneas islas Baleares, quien desde 1731, al profesar en la orden franciscana de Frailes Menores, adoptó el nombre de fray Junípero. Apenas un año antes, el destacado religioso franciscano había decidido dejar atrás la seguridad y los honores de una brillante carrera en el magisterio conventual y universitario de su natal Mallorca, para hacerse misionero apostólico e ir a evangelizar a los gentiles de las Indias Occidentales –tal era el nombre que predominaba entonces, sobre el de América, para hablar del Nuevo Mundo.

Así, el 28 agosto de 1749 Junípero Serra se embarcó desde Cádiz, en el navío Nuestra Señora de Guadalupe, junto con el grupo de futuros misioneros que acudieron al llamado de fray Pedro Pérez de Mezquía, presidente de las misiones de la Sierra Gorda, para fortalecer el trabajo misional en esa agreste e indómita región –que hasta entonces permanecía como un “manchón de gentilidad” en el corazón mismo del virreinato de la Nueva España–, entre los que se encontraban los mallorquinos Juan Crespí y Francisco Palou, quien habría de acompañar a Junípero, como biógrafo y amigo, hasta su muerte en la Alta California.

El 7 de diciembre, tras una travesía trasatlántica de tres meses, Junípero pisó por primera vez las tierras del continente americano, en Veracruz. A diferencia de sus compañeros, escogió realizar a pie el trayectode 446 km hasta la ciudad de México,mortifiación que habría de ocasionarle una lesión enla pierna izquierda que le duró toda su vida. Tras 15 jornadas de caminata, el padre Serra llegó a la capital de Nueva España y se dirigió al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, junto al cerro del Tepeyac, para ingresar al día siguiente, año nuevo de 1750, al Colegio Apostólico de San Fernando, donde permanecería cinco meses ocupado en la formación de los misioneros apostólicos para la propagación de la fe cristiana, hasta que en el mes de mayo fue nombrado presidente de las misiones de la Sierra Gorda, por el guardión de San Fernando, fray José Ortés de Velasco, para sustituir a Pérez de Mezquía. Así de inmediato se puso en moviemiento, junto con Franciso Palou, que recibió el nombramiento de subprefecto, y otros diez misioneros franciscanos, hacia las fragosas tierras de los pames, jonaces huastecos de la Sierra Madre Oriental.

 

Prieto Hernández, Diego, “Las misiones de fray Junípero en la Sierra Gorda de Querétaro”, Arqueología Mexicana núm. 77, pp. 54-61.

 

• Diego Prieto Hernández. Antropólogo social, ENAH. Estudios de Maestría en ciencia política, UNAM. Profeso investigador del INAH y de la UAQ. Director del Centro INAH Querétaro. Investigaciones y publicaciones en etnografía, moviemientos sociales, getión cultural y análisis político. Coautor de Los pobres del campo queretano y del Expediente técnico para la postulación de las misiones franciscanas de la Sierra Gorda como patrimonio cultural de la humanidad.

 

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