Guilhem Olivier
Tepeyóllotl, "Corazón del Monte", el dios jaguar de los mexicas, ha inspirado innumerables creaciones iconográficas y míticas. Aquí se examinan los complejos vínculos que hubo entre el gran felino, "señor de los animales", y deidades tan significativas como Tezcatlipoca, Quetzalcóatl, Tláloc y Tlazoltéotl.
En la actualidad, los triquis del estado de Oaxaca aseguran que la persona que come carne de jaguar no tiene miedo de sus enemigos, pues de esta manera tiene el poder de hipnotizados. Hace cinco siglos, el tlatoani o rey mexica consumía un caldo de carne de jaguar con el fin de volverse valiente y obtener honores. Estos efectos atribuidos al consumo de carne de jaguar forman parte de las innumerables creaciones (iconográficas, míticas, etc.) que el jaguar ha inspirado a los habitantes de Mesoamérica, desde la época olmeca hasta nuestros días. En el marco de la cosmovisión mexica, quisiera destacar las principales asociaciones temporales y espaciales del jaguar, señalar a las deidades con las cuales se vinculaba y también analizar sus nexos con diversos grupos sociales. Además de las fuentes procedentes del México central en vísperas de la Conquista, acudiré a datos de otras regiones y otras épocas que ilustran la amplia difusión de las concepciones mesoamericanas sobre el jaguar.
El espacio y el tiempo del jaguar
Por sus hábitos nocturnos - sobre todo para cazar, cuando aprovecha sus facultades visuales extraordinarias- no es de sorprender que el jaguar haya sido asociado con la noche. También se le vincula con el final de las eras o soles cosmogónicos, equiparados en los mitos con e l transcurso del día, desde e l nacimiento del Sol hasta su ocaso. Por ejemplo, Tezcatlipoca, como primer Sol, fue derrotado por Quetzalcóatl quien "le dió [a Tezcatlipoca] con un gran bastón y lo derribó en el agua, y allí se hizó tigre [jaguar] y salió a matar los gigantes [los primeros habitantes de la tierra]" (Historia de los mexicanos por sus pinturas). En el momento de la caída de Tollan, mientras jugaba a la pelota con Quetzalcóatl, Tezcatlipoca se transformó en jaguar y espantó a los toltecas, que cayeron en un barranco y se ahogaron (Mendieta, Historia eclesiástica indiana). Cada vez, la transformación de Tezcatlipoca en jaguar coincide, ya con el fin de una era, ya con la caída de Tollan, que se concebía a su vez como el fin del Cuarto Sol, dominado por Quetzalcóatl. Nos hablan también estos textos del doble predilecto de Tezcatlipoca, el jaguar. Los mexicas deificaron al felino bajo el nombre de Tepeyóllotl, "Corazón del Monte", un aspecto del multiforme Tezcatlipoca.
Ahora bien, el espacio del jaguar abarcaba desde el cielo nocturno hasta el interior de la tierra. En los códices se representó en ocasiones al jaguar con ojos nocturnos -que simbolizan estrellas- alrededor del cuerpo. Incluso las manchas de su pelaje se identificaron con estrellas, por lo cual los mayas yucatecos y los totonacas actuales llaman al felino "estrella-jaguar". El jaguar tenía también nexos con el astro nocturno, la Luna. Así, en los mitos de creación del Sol y de la Luna en Teotihuacan, los destinos del águila y de Nanáhuati-Sol, y los de Tecuciztécatl-Luna y del jaguar, estuvieron estrechamente imbricados. El felino alcanzó demasiado tarde la hoguera divina o incluso fue incapaz de llevar a la Luna hacia el cielo. En otra versión, Tecuciztécatl, en lugar de meterse al fuego como Nanáhuatl, se refugió en una cueva y se transformó en Luna. Esta equivalencia cueva-Luna se ilustra en el Códice Vaticano B, en el que Tepeyóllotl, rodeado de estrellas, aparece en el interior de una cueva representada como un recipiente lunar semicircular.
Por último, el jaguar estaba estrechamente asociado con la Tierra, a la cual se le llamaba precisamente "jaguar'' (Códice Telleriano-Remensis). El felino correspondería al aspecto agresivo de la Tierra, como el caso de Tlaltecuhtli, diosa de la Tierra, quien aparece con garras de jaguar en muchas representaciones. El nombre mismo del dios jaguar alude a las cuevas, ya que Tepeyóllotl significa "Corazón del Monte". Se trata de lugares relacionados con el agua y con la fertilidad, nexos que encontramos también con el jaguar: por ejemplo, en Teotihuacan se representaron felinos rodeados de símbolos acuáticos y conchas. Hoy en día, en San Nicolás Zitlala, Guerrero, jóvenes disfrazados de jaguar llevan a cabo peleas rituales para propiciar la llegada de las lluvias.
Guilhem Olivier. Doctor en historia, investigador en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y encargado de conferencias en la École Pratique des Hautes Études en París. Especialista en religión prehispánica.
Olivier, Guilhem, “El jaguar en la cosmovisión mexica”, Arqueología Mexicana núm. 72, pp. 52-57.
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