1. Constituidos sólo por sustancia ligera. Se creía en un cosmos compuesto por dos clases de sustancia: la liguera (imperceptible para el hombre) y la pesada (perceptible para el hombre). Los dioses estaban constituidos sólo por la primera.
2. Con personalidad. Poseedores de razón, voluntad, pasiones y facultades de comunicación entre sí y con el hombre.
3. Inmortales. La “muerte” de los dioses en el mito no significaba su aniquilación, sino su sujeción a los ciclos de vida/ muerte, esto es , ciclos de aparición y desaparición sucesivos en el mundo del hombre.
4. Diversos entre sí. La diversidad divina correspondía a la diversidad del mundo, pues los dioses daban origen y sentido al ser y al devenir cósmicos.
5. Actuantes. Su voluntad dirigía una acción eficaz tanto sobre la sustancia ligera como sobre la sustancia pesada del cosmos. A ellos se atribuía el origen de todo lo existente, bueno o malo, para el ser humano.
6. Ocupantes de todos los ámbitos cósmicos. Estaban presentes tanto en sus moradas exclusivas como en el mundo del hombre, y podían circular de un tiempo-espacio a otro. Podían poseer transitoria o definitivamente a los seres mundanos, entre ellos al hombre.
7. Con poderes delimitados. Poseían particulares ámbitos de dominio, a los que correspondían caracteres, facultades, formas de acción, tiempos y espacios específicos. La intención de sus poderes era variable, de acuerdo con las circunstancias.
8. Regidos por las leyes del cosmos. Sus acciones estaban sujetas y limitadas por la regularidad cósmica, misma que limitaba su voluntad y determinaba las oportunidades y lugares de ejercicio de sus poderes.
9. Carentes. Tenían apetencias y necesidades que los hacían ávidos de los bienes terrenales y proclives a la adoración de los hombres.
10. Vulnerables al paso del tiempo. Si bien en sus moradas divinas eran inmunes al envejecimiento, cuando se encontraban en el mundo del hombre causaban los ciclos temporales y quedaban sujetos a ellos. Su vulnerabilidad obligaba al hombre a nutrirlos con las ofrendas y a revitalizarlos con las occisiones rituales.
11. Divisibles y reincorporables. Su sustancia se dividía permitiendo su ubicuidad. En sentido opuesto, las partes dispersas de su sustancia podían reincorporarse.
12. Fisibles y fusibles. Eran seres complejos que podían separar sus diferentes aspectos –por ejemplo el masculino del femenino- o descomponerse en varias personas divinas diferentes. De manera concomitante, dos o más dioses podían formar una sola divinidad, con personalidad y atributos compuestos. Esta última propiedad culminaba en la integración del Dios Supremo.
Vela, Enrique, “Características de los dioses”, Arqueología Mexicana 20, pp. 19.
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