Su nombre se debe a una escalera en espiral del interior, aunque también se le conoce como el Observatorio, pues es posible que este edificio redondo y situado sobre dos plataformas rectangulares con diferente orientación sirviera para realizar observaciones astronómicas. Las torres redondas son un rasgo bastante excepcional en la arquitectura maya y, aunque existen algunos ejemplos de la misma época, la estructura del Caracol es la más elaborada y majestuosa. La fachada está adornada con mascarones y figuras humanas rodeadas por plumas. Su apariencia actual es resultado de varias remodelaciones. En el lado sur se agregaron varias construcciones, como cisternas, un baño de vapor y un arco sobre el sacbé o camino número 24.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.
Vela, Enrique, “El Caracol o el Observatorio”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 27, pp. 68-80.