Lámina II. De Aztlan a Colhuacan, y salida de Colhuacan
La composición de la lámina es sencilla pero sumamente expresiva. Consta de dos ejes: un eje vertical sobre el cual los barrios presentes en Colhuacan están colocados, y un eje horizontal que parte del barrio agua/fuego y que determina el avance de los portadores del dios hacia la derecha, es decir, si la orientación que hemos establecido es pertinente, hacia el sur. La perpendicularidad de los ejes es manifiesta y su punto de articulación es el barrio
agua/fuego.
Huexotzincas. Un sauce, huéxotl, y la parte inferior de un cuerpo humano sentado, tzintli, “trasero”, conforman el glifo. El morfema locativo -co es implícito y no está gráficamente expresado. El pictograma del sauce no presenta problemas: es la imagen arquetípica de este árbol. En lo que concierne a la otra parte del glifo se presentan dos posibilidades de lectura: 1) el trasero, tzintli, refiere fonéticamente lo que sería un diminutivo con carácter afectivo o reverencial: huexotzin; en este caso la traducción del topónimo sería “lugar (co) del pequeño (o venerado) sauce”. 2) El trasero tzintli, y más generalmente la parte inferior del cuerpo, lo cual se refería de la misma manera (tzintli), remiten a itzintla, “al pie de”, por lo que, en este caso, la traducción sería “al pie del sauce”.
Chalcas. El significante gráfico de Chalco consta de un chalchíhuitl, el cual, mediante la sílaba chal-, remite fonéticamente a Chalco. Resulta poco probable que Chalco significara “lugar de chalchihuites”, por lo que una relación fonética permite la lectura de un glifo que podría haber significado otra cosa.
Xochimilcas. Una sementera (milli) con una flor (xóchitl) sobrepuesta componen el glifo toponímico Xochi-mil-co. Como en otros contextos, el locativo -co es implícito y no está gráficamente expresado.
El glifo de los aztecas. El glifo gentilicio de los aztecas fue leído como “Cuitlahuaca” por los informantes en las versiones del Códice Aubin y el Ms. 40. Sin embargo, nos parece que los elementos constitutivos del glifo no autorizan esta lectura. Un cuadro y agua (no se trata de cuítlatl, “excremento” o “excrecencia”) podrían leerse como fuego/agua, en que el cuadro remitiera en este caso al fuego.
Patrick Johansson K. Doctor en letras por la Universidad de París (Sorbona). Investigador en el Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de literatura náhuatl en la Facultad de Filosofía y Letras, ambos en la UNAM.
Johansson K., Patrick, “De Aztlan a Colhuacan. Lámina II”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 26, pp. 22-25.