Debido a que la superficie caliza de la península de Yucatán absorbe rápidamente el agua de lluvia, en esta región la mayoría de las corrientes son subterráneas. El único acceso al agua fresca eran las cuevas y los cenotes, oquedades formadas por el debilitamiento y derrumbe de la superficie. Los mayas llamaban a estos pozos naturales ts’onot, palabra que, transformada por los españoles, derivó en cenote. Los cenotes eran considerados sitios sagrados, lugares de comunicación con las deidades del agua, y los ritos en que se arrojaban ofrendas al fondo de ellos incluían el sacrificio humano. Uno de los rasgos distintivos de Chichén Itzá son los cenotes, y entre ellos destaca, en el centro de esta antigua ciudad, el Cenote Sagrado, también conocido como Cenote Chenkú o Cenote de los Sacrificios, nombre este último debido a relatos del siglo XVI que aseguraban que en él se arrojaban mujeres vírgenes, que según una profecía algún día retornarían vivas.
El cenote tiene 60 m de diámetro y el espejo de agua se encuentra a 22 m; la máxima profundidad del cenote es de 13.50 metros. En él se han recuperado gran cantidad de objetos arqueológicos y restos humanos. El uso del cenote para ritos y sacrificios tuvo lugar principalmente en dos periodos: el Clásico (800 d.C.-1100 d.C.) y el Posclásico (1100 d.C.-1550 d.C.). El primero se asocia con el esplendor de Chichén Itzá y el segundo representa el uso del Cenote Sagrado como un lugar de culto y peregrinaje.
Imagen: El Cenote Sagrado, también conocido como Cenote Chenkú o Cenote de los Sacrificios. Foto: Carlos Blanco / Raíces. Cascabeles de oro. Provienen del Cenote Sagrado. Museo Nacional de Antropología. Fotos: Jorge Pérez de Lara / Raíces. Pendiente de jadeíta. Proviene del Cenote Sagrado. Museo Regional de Antropología, Palacio Cantón, Mérida, Yucatán. Foto: Jorge Pérez de Lara / Raíces. Portaestandarte. Proviene del Cenote Sagrado. Museo Nacional de Antropología. Foto: Jorge Pérez de Lara / Raíces.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Vela, Enrique, “III El Cenote Sagrado”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 27, pp. 50-53.