Los hallazgos arqueológicos de canoas monóxilas proporcionan información sobre las técnicas y los materiales usados en su construcción, forma y tamaño e incluso sobre las estrategias para alargar su vida útil, como el hecho de que se recubrían con chapopote para impermeabilizarlas. Estos y otros datos se complementan con información registrada en distintas fuentes de la época novohispana.
Tanto los primeros navegantes europeos que llegaron a finales del siglo XV como los españoles que recorrieron el territorio hasta alcanzar los lagos de la cuenca de México describieron con detalle aspectos que permiten conocer más sobre esta eficiente tecnología de transporte. Incluso los frailes mendicantes, como fray Toribio de Benavente, no dejaron pasar la oportunidad para registrarlas y dejarnos saber que su nombre en náhuatl era…
“Acale [que] en esta lengua quiere decir casa hecha sobre agua; con éstas navegan por los grandes ríos como son los de la costa, y para sus pesquerías y contrataciones; y con éstas salen a la mar; y con las grandes de estas acales navegan de una isla [a otra] y se atreven a atravesar algún golfo pequeño.
... Estas acales o barcas cada una es de una sola pieza, de un árbol tan grande y tan grueso como lo demanda la longitud, y conforme a el ancho que le pueden dar, que es de lo grueso del árbol de que se hacen, y para esto hay sus maestros como en Vizcaya los hay [de] navíos; y como los ríos se van haciendo mayores cuanto más se allegan a la costa, son mayores estos acales o barcas” (Benavente, 1971, p. 227).
En el Vocabulario en lengua castellana y mexicana de fray Alonso de Molina se registra la palabra náhuatl acalli (atl, “agua”, y calli, “casa”). En estas embarcaciones se hacía una distinción entre la proa y la popa; la fuente referida indica que la primera se llamaba acalyácatl (acalli y yácatl, “nariz”), mientras que popa se tradujo como acalcuexcochtli (acalli y cuexcochtli, “nuca”).
Para los lados de la embarcación no tenemos dos términos que diferencien la izquierda de la derecha sino uno solo: acálmaitl (acalli y maitl, “mano”). El sustantivo correspondiente a “remo” en náhuatl era auictli o tlaneloloni. Las canoas podían ser de distintos tamaños y las fuentes coinciden en que podían soportar el peso de diez o incluso más personas.
Imagen: En la parte superior se representó una canoa cuya proa fue tallada con forma de cabeza de águila. Lienzo de Tlaxcala, lám. 41. Dibujo: Aban Flores Morán, basado en el original del códice. Nombres en náhuatl de las partes de una canoa monóxila. Dibujo: Aban Flores Morán.
Mariana Favila Vázquez. Arqueóloga con maestría y doctorado en estudios mesoamericanos por la UNAM. Profesora de la licenciatura de arqueología en la ENAH y de antropología en la UNAM. Realiza un posdoctorado en el Instituto de Geografía, UNAM.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Favila Vázquez, Mariana, “La tecnología náutica en el México prehispánico”, Arqueología Mexicana, núm. 174, pp. 24-31.