Lámina 30
Sabemos que los ritos de paso son parte medular en la vida religiosa de muchas sociedades en el mundo, sean o no tradicionales. Para la Mixteca el rito de paso no es la excepción, sin embargo, la escasez de fuentes no nos permite evaluar con detenimiento su importancia.
De acuerdo con el cronista Antonio de Herrera (1994, p. 168), una vez que una mujer daba a luz a un niño: “La parida iba 20 días al Baño (léase temazcal), y se hacían fiestas en honor de la diosa de los Baños: cantaban, y comían y bailaban: hacían fiestas a los 20 días a la creatura y también cumplido el año, en el día que nació. A los siete años llevaban el niño al monasterio y un sacerdote le horadaba las orejas y le ponían el sobrenombre”.
Esta cita resume lo que se observa en la lámina 30 del códice, el ritual de la imposición del nombre personal o sobrenombre. En los códices mixtecos son dos las maneras de identificar a los personajes. Primero, el nombre calendárico, que va de acuerdo con el día en el que haya nacido un niño o niña dentro de la cuenta del tonalpohualli, y segundo, el nombre personal.
Desde luego, no son precisamente a niños a quienes se les perfora la oreja en el códice, sino son los dioses quienes instauran el ritual en tiempos primordiales. Ellos preestablecen el rito y dejan las pautas que deben de seguirse para cumplir el ceremonial.
Imagen: Códice Vindobonensis, Lám. 30. Foto: Austrian National Library. ANL / Vienna Collection of manuscripts and rare books, Cod. mexic. 1.
Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Hermann Lejarazu, Manuel A., “Lámina 30”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 103, pp. 40-41.