Museo Anahuacalli: “Casa para los Ídolos”
Se puede considerar a la acumulación de “ídolos” como el principio por la búsqueda de un recinto propio para mirar y mostrar la colección. Esto detonó el diseño de baúles, repisas, estantes o pedestales que al encontrar rincones exclusivos en su casa fueron transformando su apariencia en altares y vitrinas, donde el pintor presentaba sus propias exposiciones de objetos como forma de expresar juicios sobre el arte antiguo mexicano.
En sus casas de San Ángel y Coyoacán hay claros vestigios de esta actividad y los acondicionamientos de los espacios destinados a la conservación, así como su documentación fotográfica, son testimonio de su exploración en la arquitectura museística.
De forma progresiva, desde la década de los veinte del siglo pasado, Diego desarrolló un modelo para la creación de un museo de arte antiguo mexicano, pero sería hasta 1940 cuando el pintor y arquitecto Juan O’Gorman diera sentido a las anotaciones de Rivera y el proyecto comenzara a materializarse en el barrio de San Pablo Tepetlapa, en las inmediaciones de la ciudad.
Diego encontró en O’Gorman a un dialogante para establecer los principios mínimos de construcción de su museo. Con él compartió dibujos y esquemas imaginados a partir de su reflexión plástica en torno a la misma colección.
Imagen: El Museo Anahuacalli, ca. 1955. Foto: ©31189, Conaculta, INAH, SINAFO, FN, México.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Vargas Parra, Daniel, “Museo Anahuacalli: “Casa para los Ídolos””, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 105, pp. 60-63.