a Eduardo Matos, Premio Princesa de Asturias
Las primeras exploraciones ilustradas a Xochicalco (1777 y 1784)
La primera visita
El año de 1777 fue especialmente productivo para el polímata novohispano Joseph Antonio Alzate y Ramírez (1737- 1799), pues en abril le entregó al virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa su célebre Memoria sobre la naturaleza, cultivo y beneficio de la grana, y tan sólo dos meses después le rindió un informe acerca de las minas novohispanas de azogue –cruciales éstas para el beneficio de la plata– y una memoria sobre su pernicioso contrabando. Por si fuera poco, en octubre acabó otra memoria más, relativa al empleo del álcali volátil para disipar el gas mefítico en las galerías subterráneas, la cual le sería recompensada con 500 pesos por el Tribunal de Minería.
Antes de concluir el año, el siempre inquieto Alzate estaba ya de camino hacia los actuales estados de Morelos y Guerrero con el propósito de reconocer tanto viejos como nuevos yacimientos de azogue que pudieran paliar el insuficiente suministro de la explotación española de Almadén. Tomó entonces la decisión de dirigirse primeramente a la hacienda de Tlajotla, donde sabía que se encontraba la mina abandonada del Cerro de Tepeyopulco.
Sin embargo, al llegar al pueblo nahua de Tetlama, modificó su ruta para visitar el antiguo “Castillo de Xochicalco”, de cuya “magnificencia” le habían advertido los “practicos” que lo guiaban. A la postre, nos dice, sus “esperansas hallaron mas de lo q’ solicitaba”.
En Tetlama, Alzate admiró el famoso lienzo cartográfico que aún conserva la comunidad y, a través de un intérprete, convenció al alcalde y dos lugareños más de que lo acompañaran en su prospección. Juntos, en un histórico 12 de noviembre de 1777, caminaron 6 km hacia el poniente para remontar las laderas del Cerro Xochicalco.
La primera reacción del polímata fue calcular la elevación del sitio arqueológico con respecto al valle y al nivel del mar, valiéndose para ello de un barómetro. Luego, con ojo analítico, identificó uno a uno los rasgos que le dan un carácter de fortificación a esta ciudad del Epiclásico (650- 900 d.C.): su foso perimetral, las cinco terrazas artificiales que se escalonan en las laderas del cerro y los espesos muros de protección que circundan las partes más altas.
Imagen: Alzado y detalles impresos a tinta de una fachada del Edificio de las Serpientes Emplumadas, Xochicalco. Dibujo de Arana de 1784 y grabado en cobre anónimo publicado por Márquez en 1804, lám. IV. Reprografía: Raíces.
Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París Nanterre y director del Proyecto Templo Mayor del INAH. Miembro de El Colegio Nacional.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
López Luján, Leonardo, “Las primeras exploraciones ilustradas a Xochicalco (1777 y 1784)”, Arqueología Mexicana, núm. 179, pp. 28-33.