La academia tiene una manera de reconocer a aquellos investigadores que han hecho aportes relevantes dentro del ámbito del saber que profesan. Hoy quiero mencionar el caso del doctor Leonardo López Luján, quien posee sobrados méritos y ha destacado de manera sobresaliente como investigador del INAH. Desde muy joven –estudiaba secundaria– se incorporó al Proyecto Templo Mayor. Cabe destacar que siempre entregaba sus informes a máquina y sin faltas de ortografía, lo que era de alabar.
Leonardo es un caso excepcional: en sus estudios en la ENAH –nuestra alma mater– tuvo promedio de 10 en sus calificaciones; se graduó con el tema “Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan”, que le valió diversos reconocimientos, y su doctorado lo hizo en la Universidad de Nanterre, Francia, graduándose con honores.
A partir de 2007 se hizo cargo del Proyecto Templo Mayor. Sus dotes como coordinador se manifestaron al conjuntar un grupo de jóvenes investigadores que han destacado por su entrega al trabajo y lo valioso de sus tesis. La labor desarrollada durante estos años le ha valido distinciones que lo reducido de este espacio no permite enumerar, por lo que sólo mencionaré algunas: en 2015 la Academia China de Ciencias Sociales le concedió el Shanghai Archaeology Forum Research Awards, por considerar al Proyecto Templo Mayor como uno de los diez más destacados proyectos de investigación arqueológica a nivel mundial. Cabe resaltar que ese premio lo concede un jurado formado por distinguidos especialistas en la materia.
En 2023 recibió, por parte de la reina Margarita de Dinamarca, un reconocimiento por su labor en el campo de la arqueología. En febrero de 2024 fue galardonado con la Legión de Honor por el gobierno de Francia. Es miembro de diversas academias y juntos ingresamos a la Society of Antiquaries of London, así como a la Academia Americana de Artes y Ciencias. A nivel nacional, es miembro de El Colegio Nacional, de la Academia Mexicana de la Historia y de otras corporaciones de reconocido prestigio.
La vida académica de Leonardo se ha desarrollado principalmente dentro del INAH. En este año nuestra institución cumple 85 años de haber sido fundada, lo que hay que celebrar. La mejor manera para hacerlo es honrando la memoria de aquellos investigadores que nos precedieron y cuyo ejemplo marca los derroteros a seguir dentro de la profesión. Tenemos la obligación de seguir sus pasos y de continuar lo que ellos iniciaron: investigar, conservar, formar nuevos cuadros de investigadores y difundir el patrimonio que les ha sido encomendado.
Con este escrito cierro el círculo de “Anecdotario arqueológico”. Durante muchos años escribí la sección de “Mentiras y verdades” de nuestra revista, que fueron compiladas para editar un libro que, con este último título, publicó la Editorial Raíces, hoy agotado. Con este pequeño homenaje en honor de Leonardo López Luján termina mi participación dentro de la sección “Anecdotario…”, que en cierta forma fue continuación de la anterior.
No me resta más que agradecer a María Nieves Noriega de Autrey por su generosidad y a mi colega Enrique Vela, ya que gracias a ambos se hizo posible que, cada dos meses, tuvieran cabida mis reflexiones sobre diversos tópicos arqueológicos. A ustedes, lectoras y lectores, mi agradecimiento por su paciencia.
Imagen: Leonardo López Luján y sus compañeros de excavación, 1980. Foto: Salvador Guilliem.
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Matos Moctezuma, Eduardo, “Leonardo López Luján”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 92-93.