El arte rupestre es una de las fuentes más privilegiadas para acercarnos a cómo colonizaron y crearon su paisaje cultural y sagrado los zapotecos cuando ocuparon el sur del Istmo de Tehuantepec en el Postclásico.
Después de la caída de Monte Albán, comunidades zapotecas siguieron existiendo y desarrollándose en los Valles Centrales de Oaxaca. Durante el Postclásico resalta la historia de los señoríos zapotecos en dichos valles, que forjaron alianzas matrimoniales con los señoríos mixtecos.
En los dos últimos siglos antes de la conquista se produjo una migración de zapotecos hacia la parte sur del Istmo. Fruto de estas migraciones fueron la conquista y colonización de una parte importante de esta área, concretamente la zona de Jalapa del Marqués, el arco montañoso que rodea la llanura costera por el oeste y el norte, las cuencas del río Tehuantepec y del río de los Perros, junto con la llanura costera y partes de la Laguna Superior.
Con el fin de arraigarse en este nuevo territorio, los zapotecos tuvieron que resignificar todo el espacio, llenarlo de su cosmovisión, debieron vincularlo con sus dioses y seres extraordinarios, con su origen y sus ancestros, tuvieron que crear un paisaje sagrado en este nuevo entorno.
El arte rupestre desempeñó un papel fundamental en la construcción de ese nuevo paisaje sagrado. Se crearon diversos sitios, principalmente con imágenes pintadas, a lo largo y ancho de este espacio recién apropiado. Estos sitios comparten una serie de rasgos en relación con el proceso de elaboración de las imágenes, las convenciones artísticas y el estilo empleados, la iconografía, los mensajes transmitidos, así como las características físicas de los lugares elegidos, la ubicación de estos sitios en ese nuevo paisaje y su vinculación con los asentamientos zapotecos.
Se han podido identificar alrededor de 21 sitios atribuibles a los zapotecos. Uno de los aspectos que más destaca de las pinturas es que están realizadas en el estilo Mixteca-Puebla, que fue la tradición estilística e iconográfica imperante durante el Postclásico Tardío en buena parte de Mesoamérica. En cuanto a los elementos iconográficos, abundan signos de días similares a los de los códices o vasijas de dicho estilo, así como elementos como la serpiente de fuego o el disco solar. Existen muchos motivos relacionados con el sacrificio y la guerra, emblemáticos de este estilo. A esto se suma que hay muchas vasijas que contienen animales, partes de animales, pájaros, o lo que parecen ser plantas, al modo de las ofrendas representadas en los códices mixtecos.
En la imagen del artículo vemos un acercamiento del Panel 1, Roca 2, del sitio Ba’cuaana, Asunción Ixtaltepec, Oaxaca. Se observa un personaje que lleva un disco solar sobre su cabeza. Foto de Ernesto Peñaloza.
Tomado de: Fernando Berrojalbiz (2025) El paisaje zapoteco del Istmo de Tehuantepec a través del arte rupestre, Arqueología mexicana, edición regular 191, pp. 56-63.