Redes de comercio y mercaderes en el Occidente Prehispánico

Laura Solar Valverde, Kenneth G. Hirth

La peculiar geografía mesoamericana propició el desarrollo de ambientes culturales diversos, pero también dio lugar a una relación simbiótica entre zonas tropicales y de climas fríos, entre las llanuras costeras, las serranías y los altiplanos del interior. Los grupos humanos que habitaron distintos nichos ecológicos aprovecharon los recursos endémicos y se especializaron en la producción o transformación de los bienes que ofrecía su entorno. A la vez, el intercambio de productos entre ecosistemas complementarios tejió redes de comercio a distintas escalas (fig. 2). Esas conexiones, y las dinámicas tan diferentes que involucraban la obtención, transformación, traslado y consumo de cada uno de los bienes, llevaron a la articulación de sistemas económicos complejos.

La configuración y operación de tales sistemas experimentó cambios en relación con las estructuras políticas e ideológicas de cada época, y esas transformaciones dejaron rastros en la cultura material de los pueblos. Para el caso del Occidente de México, las investigaciones de las últimas décadas indican que al menos desde el año 900 de nuestra era la región participaba en un sistema mercantil de alcances intercontinentales, en el cual jugaron un papel decisivo los agentes del comercio internacional. Desde aquel tiempo, mercaderes especialistas en transacciones a larga distancia hicieron posible el flujo de productos exóticos de un extremo a otro del México antiguo, y hasta el Suroeste de Estados Unidos y Centroamérica.

Los mercaderes dedicados al comercio a larga distancia ocupaban el nivel más alto en la jerarquía del oficio y se les tenía reservado un lugar especial en la sociedad mesoamericana, incluso existe evidencia iconográfica y etnohistórica del papel que podían desempeñar como emisarios y embajadores, y en el establecimiento de alianzas políticas y económicas. Eran valorados por sus acciones como proveedores de bienes exóticos, por los riesgos que corrían durante sus viajes, y por su conexión con tierras lejanas y misteriosas. El traslado y distribución de algunas de las mercancías más anheladas, que en Mesoamérica sólo podía realizarse a pie o por navegación, difícilmente podría ocurrir sin la participación de especialistas que conocieran los caminos, dominaran las estrategias para superar las dificultades del traslado tuvieran la habilidad para coordinarse con sus pares en el ejercicio del comercio macrorregional y supieran cuáles mercancías tenían mayor demanda, dónde adquirirlas y cuál era su valor intercambiario.

Laura Solar Valverde. Arqueóloga por la ENAH. Corresponsable de los proyectos de investigación arqueológica Cerro del Teúl y Cerro de las Ventanas, del Centro INAH Zacatecas. Investiga los vínculos culturales en Mesoamérica a escala macrorregional. Cursa el doctorado en El Colegio de Michoacán, con apoyo del CONAHCYT.

Kenneth G. Hirth. Profesor emérito del Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de Pensilvania. Su investigación se ha centrado en el desarrollo comparativo de la economía antigua en sociedades complejas de Mesoamérica y del mundo. Es editor principal de la serie Cambridge Elements sobre economías antiguas y premodernas.

Tomado de Laura Solar Valverde, Kenneth G. Hirth, "Redes de comercio y mercaderes en el Occidente Prehispánico", Arqueología Mexicana, núm. 193, pp. 32-39.