Procesos productivos de la metalurgia en el Occidente de México: del yacimiento al orfebre

Blanca Maldonado

El desarrollo de la metalurgia (la transformación de un mineral para obtener un metal) se produjo gradualmente durante un extenso periodo. El cobre fue el primer metal trabajado de manera sistemática, y para extraer los minerales que lo contienen fue necesario desarrollar la minería. En las Américas, las fundiciones de cobre más antiguas tienen entre 3,000 y 3,500 años de antigüedad. En Mesoamérica, la evidencia más temprana de fabricación de objetos de metal procede del Occidente de México, y corresponde alrededor de 1,150 d.C. Esta práctica tenía como base el cobre, a menudo en aleación con estaño, plomo, plata y oro. Si bien se elaboraban utensilios utilitarios como agujas y anzuelos, la mayoría de los objetos de metal se consideraban sagrados y se utilizaban en ceremonias religiosas y para realzar el estatus social y político de los grupos gobernantes.

El primer paso para producir metales es extraer minerales de los yacimientos. Notablemente, la mayor parte del Occidente de México se encuentra en una rica franja metalífera, con una variedad de minerales metálicos disponibles en relativa abundancia.

En la década de 1940, Pedro Hendrichs localizó varias minas a cielo abierto en el oeste de Guerrero. Las herramientas utilizadas para excavar las minas y extraer los minerales eran martillos de piedra con mango de madera. Otras herramientas eran raspadores de hueso y palos para excavar, cucharones de cerámica, navajas de obsidiana y cuñas de madera. También había grandes morteros de piedra y se han registrado restos de antorchas de ocote y fibras vegetales impregnadas de resina, canastas, cuerdas y vasijas de cerámica.

Basándose en el Legajo 1204, un importante manuscrito del siglo XVI, Dora Grinberg hizo exploraciones y confirmó la existencia de minas prehispánicas a cielo abierto al norte de la presa El Infiernillo, en Michoacán. El Legajo afirma que los indígenas recolectaban piedras verdes y extraían cobre de las minas, lo que sugiere que se trataba de malaquita.

Los habitantes del Occidente probablemente recolectaron primero metales nativos presentes de forma natural (cobre, oro y plata), que podían procesarse mediante técnicas de martillado, templado, corte y molienda. La explotación de minerales de yacimientos implica un cambio importante en los métodos metalúrgicos, incluyendo la reducción de minerales y la creación de aleaciones.

Un gran desafío para la metalurgia en las Américas fue alcanzar temperaturas suficientes para fundir metales a partir de minerales. En el Viejo Mundo se lograba en pequeños hornos con la ayuda de fuelles manuales, para suministrar una ráfaga de aire y aumentar la cantidad de oxígeno en una mezcla de mineral y carbón vegetal. Sin embargo, los fuelles al parecer no se conocieron en América antes del contacto.

En Mesoamérica se utilizaba una especie de cañuto para fundir. En el Lienzo de Jicalán, documento del siglo XVI, se ilustra a metalurgistas de Michoacán en cuclillas, frente a un brasero o crisol, soplando a través de tubos para fundir metal. Escenas similares se muestran en la Relación de Michoacán y el Códice Mendocino. Estas ilustraciones podrían representar la fusión de lingotes de metal en lugar de la fundición de minerales, ya que con pequeños crisoles abiertos y sopletes accionados a pulmón sería difícil lograr las condiciones adecuadas de escasez de oxígeno para la fundición. Según los relatos hispanos, las operaciones de extracción se realizaban calentando pequeñas cantidades del mineral en fosas de tierra poco profundas, revestidas con arcilla y ceniza, soplando a través de tubos de caña para intensificar el calor. Fuentes documentales indican que, al utilizar este método, era necesario calentar el mineral dos o tres veces para obtener metal de calidad útil.

Blanca Maldonado. Doctora en antropología con especialidad en arqueología por la Pennsylvania State University. Profesora-investigadora en El Colegio de Michoacán, tiene el cargo de secretaria general administrativa y académica de dicha institución.

Tomado de Blanca Maldonado, “Procesos productivos de la metalurgia en el Occidente de México: del yacimiento al orfebre”, Arqueología Mexicana, núm. 193, pp. 46-51