En mayo de 2011, durante trabajos de rescate arqueológico en un predio rústico de apenas cinco ha ubicado en plena zona urbana del municipio de Colima, se encontraron restos humanos que, posteriormente, pudimos asociar a materiales culturales de la fase Capacha (1500-1000 a.C.). Se continuó excavando tanto para recuperar el entierro como para confirmar que, en efecto, se trataba de un contexto funerario donde habían sido inhumados varios individuos, y no de un hallazgo aislado.
En un área de 12 m2 se recuperaron diez entierros, nueve de ellos asociados a la fase Capacha, considerada como del Preclásico Temprano, y sólo uno asociado con material de la fase Colima (400-600 d.C.). Confirmada la importancia del contexto se delimitó la superficie del espacio funerario, cerrando la excavación a fin de integrar el estudio e investigación del sitio llamado El Diezmo-Adonai mediante un proyecto de investigación específico con objetivos y metodología concretos. Por las características de las evidencias se consideró pertinente integrar esta investigación al “Proyecto de Investigación Arqueológica El Formativo en Colima: una continuidad ocupacional”, en cuyas varias temporadas se han efectuado trabajos enfocados a refutar la supuesta discontinuidad ocupacional en el valle de Colima durante el Preclásico Medio (1000-500 a.C.), es decir un supuesto hiato temporal de desocupación de grupos humanos entre la fase Capacha (Preclásico temprano) y la fase Ortices (Preclásico Tardío), seguramente debido a una erupción volcánica.
La gran dificultad de encontrar contextos Capacha ha afianzado la idea de que tal erupción sepultó los asentamientos de esta fase; sin embargo, es sabido que el valle de Colima ha sido constantemente poblado por grupos que se asientan sobre los vestigios de sus predecesores, como ocurre aún en la actualidad. Desde que la doctora Isabel Kelly trabajara diferentes contextos Capacha durante los sesenta del siglo pasado, los hallazgos pertenecientes a esta cronología en Colima han sido mínimos, y todos a partir del rescate arqueológico, cuyos tiempos de obra no permiten una excavación con una metodología específica.
De aquí la importancia del hallazgo de El Diezmo-Adonai, donde además se ha obtenido una nueva fecha por C-14, acaso la primera después de la presentada por Kelly en su publicación de 1980 (“Ceramic sequence in Colima: Capacha, an early phase”, Anthro-pological Papers of the University of Arizona, núm. 37, The University of Arizona Press), a partir de la cual se ubicó esta fase como una de las más tempranas evidencias de pueblos agrícolas en el Occidente mexicano (ca. 1500 a.C.), incluso anterior a las tumbas de El Opeño, en Michoacán. Como apuntó Joseph Mountjoy (“Capacha: Una cultura enigmática del Occidente”, Arqueología Mexicana, vol. II, núm. 9, México, 1994, pp. 39-42), todos los datos y la semejanza de materiales cerámicos Capacha con algunos en la zona del Pacífico norte sudamericano, la convirtieron en una cultura enigmática hasta nuestros días.
De la muestra de hueso humano perteneciente al entierro 9 del sitio en cuestión (asociado directamente a una olla compuesta Capacha, conocida como “bule”), que fue enviada al CIO (Center for Isotope Research) de la University of Groningen, N.L., se obtuvo una nueva fecha, incluso más controvertida: 2050 ±35 BP (muestra núm. GrA-52579. El Diezmo Adonai, Colima). Esta fecha nos sitúa alrededor de 150 a.C., y sugiere una tradición cerámica de larga duración, o bien que la fecha obtenida por Kelly habría estado alterada, como algunos investigadores han comentado ya. Aunque hay que decir que, si bien la reciente muestra fue tomada en las condiciones necesarias para evitar su contaminación y enviada a un reconocido laboratorio, aún es una sola fecha que, de momento, no puede sustentar toda una hipótesis. Pronto, sin embargo, recibiremos un nuevo fechamiento de otro individuo enterrado en el mismo sitio y asociado también a un “bule” Capacha.
Se han programado además estudios geofísicos del área restringida para la investigación, que serán realizados por el doctor Luis Alberto Barba Pingarrón, director del Laboratorio de Estudios Geofísicos del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM y su equipo. Así pues, a mediano plazo el sitio puede aportar datos muy importantes para definir las características culturales de la “enigmática” fase Capacha.
Laura Almendros López. Arqueóloga.
Maritza Cuevas Sagardi, Arqueóloga.
Rafael Platas Ruiz. Centro INAH Colima
Tomado de Laura Almendros López et al., “Colima. Entierros en el sitio El Diezmo-Adonai”, Arqueología Mexicana, núm. 120, pp. 10-11.