Hallazgo de un deformador craneal de cerámica en El Tropel, Colima

Carlos Jácome et al.

En el marco del salvamento arqueológico de El Tropel, llevado a cabo por los arqueólogos adscritos al Centro INAH Colima, Carlos Jácome y Fernando González, se realizó el hallazgo de un área funeraria con 26 entierros en un predio rústico cercano Tomado de al centro de la ciudad de Villa de Álvarez, localidad conurbada de la capital del estado.

El asentamiento prehispánico, al igual que la mayoría de los que se encuentran en el valle de Colima, presenta una temporalidad muy amplia y es evidente una reocupación constante de grupos humanos, ya que el área cuenta con importantes recursos naturales. Por lo tanto, la cronología abarca desde las fases tempranas Ortices y Comala, correspondientes al Preclásico Temprano y el Clásico Temprano, respectivamente, hasta las fases Colima y Armería, entre fines del Clásico e inicios del Posclásico Temprano.

En fechamientos absolutos analizados a partir de restos óseos recuperados en contextos funerarios en el sitio, se cuenta con un rango de ocupación de 384 ± 45 a.C. hasta 730 ± 48 d.C. Entre los entierros había siete individuos con deformación craneal. Este dato cobró mayor importancia por el hallazgo, asociado a uno de ellos, de un elemento cerámico que puede considerarse un deformador craneal. Dicho elemento fue encontrado in situ contra la escama del occipital del esqueleto de un infante de alrededor de 18 meses.

Edad que se determinó tanto por la erupción dental como por la presencia de centros de osificación y la fusión de los complejos vertebrales, lo que confirmó que estábamos ante un individuo en la primera infancia. El cuerpo presenta una deformación craneal muy severa, de tipo tabular oblicua en su variedad fronto-occipital. Se trataba de un entierro primario, en posición decúbito lateral izquierdo extendido, con una orientación general norte-sur y con los rasgos faciales orientados hacia el oeste.

Según se desprende de la evidencia bioarqueológica, la forma de su occipital, por completo modificado, se adaptaba perfectamente a la silueta curva del elemento arqueológico que lo sometía. Al otro lado del hemisferio craneal, su frente mostraba un aplanamiento severo, producto de la acción de un objeto plano desaparecido que cumplía la tarea de la sujeción antagónica del mecanismo de modificación craneal, produciendo a su vez la modificación de su escama frontal.

El fragmento del deformador craneal, fabricado en cerámica, tiene un diseño ergonómico y sumamente peculiar y no tiene semejanza alguna con otros objetos tradicionales en la industria cerámica de Colima. Su tamaño es de 15.8 cm de largo por 12.5 cm de ancho y 6.3 cm de alto; la base del objeto es un rectángulo que en su cara principal es convexo y presenta pulimento y decoración pintada, mientras que en el reverso, de forma cóncava, únicamente cuenta con un alisado burdo. Como es de esperarse, la región convexa y decorada del objeto es la que se colocaba sobre la parte posterior del cráneo con la intención de modificar su forma y modelarla durante su crecimiento.

A partir del estudio de este objeto, y de su interpretación funcional, fue posible identificar otros objetos completos de la misma forma entre las piezas depositadas en el Museo Regional de Historia de Colima. Asimismo, en la colección de tiestos cerámicos procedentes de El Tropel, se identificaron dos fragmentos con características similares que posiblemente también formaron parte de otros ejemplares de aparatos modificadores. El fechamiento por carbono realizado en el hueso del infante que portaba el deformador craneal arrojó una de las fechas más tempranas del sitio: 2285±42 BP. Curiosamente el tipo de decoración del aparato en cerámica nos remite a los estilos Comala y Colima, por lo que este fechamiento nos enfrenta a una reconsideración tanto de los tipos y sus variedades como de sus fechas.

Los deformadores completos que fueron identificados entre las piezas del Museo Regional de Historia de Colima se describieron y analizaron, al tiempo que sirvieron para comprobar que, efectivamente, su excéntrica forma y diseño se adaptaba a la zona del cráneo que permitiría el uso y función en cuestión. Así pues pudimos concluir en hipótesis plausibles acerca de la forma en que este aparato era usado para la modificación del cráneo de los recién nacidos.

Los resultados de los estudios y análisis más profundos de los deformadores craneales hallados en Colima, así como la investigación respecto a la práctica de la modificación craneal oblicua en el área y en Mesoamérica en general, ya se encuentran en prensa y serán publicados en breve.

Carlos Jácome Hernández. Arqueólogo.
Fernando González. Arqueólogo.
Laura Almendros. Arqueóloga.

Noticia tomada completa de Carlos Jácome et al., “El Tropel, Colima. Hallazgo de un deformador craneal de cerámica”, Arqueología Mexicana, núm. 121, p. 8.