Se trata de una concha Spondylus que formó parte de la ofrenda encontrada en la tumba del Templo del Búho, uno de los edificios que bordean la Plaza Xibalbá de Dzibanché. La concha muestra en su interior a un noble que sostiene en sus brazos una serpiente de cascabel, de la que se distingue su crótalo, su cuerpo con marcas de diamantes y su cabeza con un jade por ojo y, posiblemente, una pluma rematándolo. en ambas extremidades de la serpiente aparece una deidad emergiendo de las fauces de otra serpiente; un jade se incrustó en la lengua bífida y otro en la parte superior de la cabeza de la serpiente. La deidad de la izquierda es el dios solar K’inich ajaw. el personaje lleva una falda de piel de jaguar y está sentado sobre un trono de estera enrollada (expresión, por sí misma, de autoridad), revestido igualmente con una piel de jaguar. en ambos casos las manchas del animal se han representado mediante pequeñas incrustaciones de coral negro. A juzgar por la presencia al centro de tres hachuelas de jade (utilizadas con frecuencia por los mayas para referirse al poder), el trono podría representar un bulto funerario, con lo cual se estaría simbolizando una relación del noble en la concha con un antepasado de prestigio. Idénticas hachuelas aparecen colgando del cinturón.
La cabeza del noble está adornada con una orejera y una nariguera de jade, así como con una banda de coral negro anudada en la frente y rematada por una especie de “dios bufón” (emblema de realeza) y, hacia arriba, por un elemento en forma de glifo sostenido por una barra de jade.
Otras incrustaciones de jade complementan el adorno corporal del noble: aparecen bordeando la falda, en las muñecas y sobre el pecho, dejando ver que portaba un largo collar. Los dioses que emergen de las bocas de las serpientes también llevan adornos e insignias de jade: el de la izquierda lleva nariguera, orejera y una insignia en la frente; el de la derecha, un jade en el entrecejo, orejera y una insignia recogiendo el cabello.
Por su estilo, la pieza corresponde al periodo entre 450 y 550 d.C. La imagen podría ser la representación de un gobernante portando atributos que evocan a un “héroe” histórico o predecesor en el cargo. La propuesta sería compatible con la idea de que el trono sobre el que se sienta el noble hace alusión a un ancestro, real o ficticio.
Tomado de Enrique Nalda, “Pieza. La concha grabada del Edificio del Búho. Dzibanché, Quintana Roo”, Arqueología Mexicana núm 82, pp. 16-17.