Los espacios sagrados son aquellos rasgos naturales que, por sus cualidades, son considerados lugares donde se concentra la energía convocada en los ritos, en los que a su vez se revivían periódicamente acontecimientos primigenios como una forma de revitalización del cosmos (De la Garza, 2007).
En el caso de Palenque, el Grupo de las Cruces pudo haber funcionado como el eje central religioso del sitio durante el Clásico Tardío, mismo que fue diseñado como un paisaje sagrado artificial ubicado junto a dos rasgos naturales de acuerdo con las inscripciones en los tableros del conjunto: el cerro El Mirador y el manantial de donde nace el arroyo Otolum (Stuart, 2006).
La constante actividad ritual hace que el poder sagrado se vaya acrecentando y que se requieran ampliaciones y renovaciones arquitectónicas en los mismos espacios, por lo que es muy posible que se encuentren templos más tempranos bajo la plaza del Grupo de las Cruces o en las terrazas adyacentes dedicados a la triada (Stuart, 2006; De la Garza, 2007).
Contexto osteo-arqueológico y la bio-antropología
Como parte del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (PROMEZA), impulsado por el gobierno federal a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se llevaron a cabo trabajos de exploración en el Templo de la Cruz Foliada para estabilizar su basamento y prevenir futuros derrumbes, durante los cuales se realizó el hallazgo de una sepultura de dos individuos perinatales bajo la escalinata de acceso.
Las excavaciones revelaron la presencia de al menos cuatro subestructuras por debajo de la última etapa constructiva del templo; la más antigua (perteneciente al Clásico Temprano a juzgar por la evidencia arquitectónica) estaba formada por una pequeña escalinata que desplantaba 20 cm por encima del nivel actual de la plaza, misma que llevaba a una plataforma de al menos 2 m de altura, decorada en algunas partes con aplanados de estuco modelado con representaciones de personajes.
Se localizaron dos vasijas de pasta anaranjada a 70 cm por debajo de la escalinata (fig. 3): la primera de ellas yacía directamente sobre la roca madre, mientras que la segunda fue colocada hacia el oeste, sobre una laja de piedra caliza y contenía en su interior el entierro. Al parecer, esta vasija se encontraba completa al momento de su entierro, pues se pudo ver durante la excavación en laboratorio que las paredes colapsaron y cayeron dentro de sí misma, por lo cual se encontraron varios fragmentos de cerámica hacia el centro que, al ser levantados, dejaron al descubierto huesos humanos, de los cuales fueron identificados un mínimo de dos individuos
Imagen: Planta del Templo de la Cruz Foliada con la ubicación del hallazgo. Ilustración y foto: © Rocío Hernández Juárez, Uriel Camacho y Jesús Aguilar Vázquez.
Alizé Lacoste Jeanson. Doctora en bioantropología, especializada en osteobiografía y arqueotanatología. Investigadora en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Rocío Hernández Juárez. Arqueóloga por la ENAH. Maestra en antropología por la UNAM.
Natalia Martínez Gutiérrez. Historiadora por la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Cursa la maestría en historia en la UNAM, con la especialidad en representación iconográfica y epigráfica de mujeres en el área maya.
Luis Nuñez Enríquez. Doctor en antropología por la UNAM, especialista en prácticas mortuorias mesoamericanas. Investigador del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, donde realiza una investigación sobre las sepulturas de Palenque, Chiapas.
Arnoldo González Cruz. Arqueólogo por la ENAH. Investigador del Centro INAH Chiapas. Desde 1989 es director del Proyecto Arqueológico Palenque.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Lacoste Jeanson, Alizé et al., “Hallazgo de dos neonatos bajo la escalinata del Templo de la Cruz Foliada. Palenque-Lakamha’, Chiapas?”, Arqueología Mexicana, núm. 185, p. 82-87.