¿Azteca o mexica?

Vale hacer una aclaración: los lectores habituales de Arqueología Mexicana pueden sentirse extrañados por el título de esta edición, pues en nuestros ya casi 25 años de existencia ha sido criterio editorial utilizar el nombre “mexica” sobre el de “azteca”, pues es más acorde al modo en que las sociedades adoptan su gentilicio: los mexicas son los habitantes de México. Son tenochcas los que habitaban Tenochtitlan y tlatelolcas los de Tlatelolco. Así las cosas, es exacto decir mexicas cuando uno se refiere a los originarios de esas ciudades, y no lo es tanto para referirse a otros grupos contemporáneos (en el Posclásico) aun a aquellos que comparten un origen mítico, un ámbito geográfico (la Cuenca de México) o una lengua (el náhuatl). Vecinos inmediatos de los mexicas eran tepanecas, xochimilcas, acolhuas, etc., y un poco más allá tlaxcaltecas, tlahuicas, cholultecas, etc., y es de suponer que no estarían muy tranquilos de haber sido llamados mexicas, como aquellos con los frecuentemente se confrontaban.

Azteca es pues es un vocablo erróneo si uno se refiere a los habitantes de Tenochtitlan y Tlatelolco pero puede resultar medianamente útil si se utiliza para referirse a los grupos de habla nahua del Centro de México en el Posclásico Tardío, incluidos los mexicas, sin dejar de reconocer que cada uno de estos poseía su propia identidad étnica y cultural. Recomendamos al lector el artículo de Miguel León-Portilla (2000) sobre el origen del vocablo “azteca” y la pertinencia de su uso.

 

Tomado de: Vela, Enrique, “Presentación”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 75.