Cantona, hasta el momento, es el asentamiento prehispánico con el mayor número de juegos de pelota, 27, aunque creemos que debieron existir más. Si la Unidad Norte y la Unidad Central han sido destruidas en buena parte, es probable que también varias de las estructuras arquitectónicas de juegos de pelota lo hayan sido. De cualquier manera, sabemos que de esos 27 juegos de pelota, los más antiguos se construyeron entre 450-400 a.C., –19 y 20–, y el más tardío, el 5, hacia 700-750 d.C. (Zamora Rivera, 2004). Por otro lado, un buen número de estas canchas para el juego de pelota –14– forman parte de conjuntos arquitectónicos alineados, los cuales están conformados por una pirámide, que cierra el conjunto por un extremo; en seguida una o dos plazas, delimitadas por otras estructuras arquitectónicas, y por último la cancha, que cierra e conjunto por el lado opuesto. En tres casos se cuenta con dos plazas, y en otros la plaza que se cierra con la pirámide cuenta con un altar (García Cook, 2003; Zamora Rivera, 2004 y 2015). De los 27 juegos de pelota, 19 se localizan en la Unidad Sur y de éstos, 12 se encuentran en el centro cívico-religioso principal, y de ellos 10 forman parte de conjuntos arquitectónicos alineados. Los tres conjuntos que cuentan con dos canchas y altar en una de ellas se localizan también en la Acrópolis.
De la Unidad Central conocemos sólo cinco canchas, entre ellas las más antiguas, y en la Unidad Norte sólo se han podido observar tres canchas. Desde luego, no todas las canchas de juego de pelota tuvieron actividad al mismo tiempo, sino que esto fue variable a lo largo del tiempo. El primero funcionó hacia 450-400 a.C. y para 400 a.C. surgió el segundo, los cuales continuaron hasta 350 a.C., cuando aparece otra cancha, de tal manera que para 300 a.C. hay cuatro juegos de pelota funcionando. Para 200 a.C. coexisten siete canchas y poco después, 100-50 a.C., están en funcionamiento 16, distribuidas sobre todo en la Unidad Sur (12) y en la Unidad Central (4). Hacia 50-200 d.C. están en funcionamiento 20 canchas –algunas han dejado de funcionar pero se han construido otras–, distribuidas por toda la ciudad. A partir de 350 d.C., la utilización de canchas para el juego de pelota empieza a disminuir, para estas fechas ya sólo están en actividad 16. Para 600-650 d.C. sólo funcionan nueve juegos de pelota, y de éstos desaparecen seis entre 700-750 d.C., pero se construyen dos más –uno a manera de maqueta– y a partir de entonces estarán en funciones sólo cinco juegos de pelota, hasta 900-950 d.C., cuando se inicia el abandono acelerado de la ciudad.
Hemos notado en los juegos de pelota explorados, que al menos dos de los lados de la plaza –en los conjuntos arquitectónicos alineados– sirvieron como gradería para observar las ceremonias o rituales que ahí se realizaban. Sin embargo, la Plaza II del Juego de Pelota 7 cuenta con gradas –en su lado norte– construidas ex profeso para ver el juego; además, estas gradas tienen en el lado oriente, un espacio cerrado con su propio acceso escalonado, a manera de palco, para que personajes importantes pudieran observar cómodamente el juego.
Ángel García Cook (1937-2017). Arqueólogo por la ENAH. Fue investigador del INAH.
García Cook, Ángel, “Juegos de pelota”, Arqueología Mexicana, Especial 73, pp. 74-81.