Copal, humo aromático de tradición ritual mesoamericana

Aurora Montúfar López

En este trabajo se resume la información sobre el uso tradicional del copal en las fiestas religiosas mesoamericanas desde la época prehispánica, lapso en que según el pensamiento indígena hombre y dioses interactúan de manera recíproca por la consecución de la vida, a través de la muerte, y el dinamismo y equilibrio del universo.

 

Además del copal, se habla también del árbol de copal, fuente de la resina arqueológica e histórica, y del modo de su obtención desde hace más de cinco siglos. Copal deriva de copalli, término náhuatl de muchas resinas aromáticas que provienen de muy diversos árboles (pinos, abetos, burseras, etc.). Esta palabra trascendió nuestro territorio y se adoptó para designar geográficamente a diversas resinas aromáticas del mundo: copal de Zanzíbar, copal de Manila, copal de Pará, etc.

El copal blanco hallado en los contextos arqueológicos procede del árbol llamado copal chino (por su apariencia de cabello crespo), Bursera bipinnata (D.C.) Engl. Campesinos de la región del Balsas realizan la extracción de su resina durante la época de lluvias (agosto-octubre). Estos copaleros se internan en las montañas y, antes de la extracción de la resina, hacen una ranura a las ramas del árbol, y en ella insertan una hoja de encino, a la que se le amarra una penca de maguey que pende por debajo de dicha hoja; enseguida inician la extracción de la resina mediante pequeños cortes o rayas sobre la corteza, al golpear con un mazo de madera el mango de una navaja (de casi 10 cm de ancho) en torno a la hoja de encino, para que a través de ellas se encauce el fluido de la resina a la penca de maguey. Ésta se halla ligeramente inclinada y su extremo inferior se va sellando con una masa de boñiga y ceniza del fogón cada tercer día, cuando el copalero hace un nuevo corte a la rama de trabajo, y así sucesivamente, hasta agotar el flujo de su sangrita, la savia arbórea. La resina solidifica rápido, se le quita la penca y queda la barra de copal blanco; este producto es empacado y transportado para su venta (al mayoreo o menudeo) por los propios copaleros y su familia, en Tzicatlán, Puebla, el 18 de octubre, en la fiesta patronal de San Lucas.

La información histórica, arqueológica y etnográfica muestra el aprovechamiento religioso del copal desde antes de la llegada de los españoles. Esta resina proveía del humo aromático que no faltaba en los braseros de los templos de los dioses del panteón nahua. A ellos se les sahumaba varias veces al día y durante la noche, pues, según el pensamiento religioso mesoamericano, este humo aromático propiciaba el vínculo de los humanos y las divinidades dueñas y regidoras de la naturaleza. Por ello, en los rituales de culto a los dioses era imprescindible la ofrenda de copal, entre muchos otros  dones, comida y bebida, para las divinidades en un acto de reciprocidad, “dar para recibir”. Estas ceremonias se celebraban  en todas las veintenas del calendario solar y en las diferentes fiestas móviles de los nahuas, entre otros eventos. Algunos de esos rituales estaban dedicados principalmente a los dioses de la lluvia y los mantenimientos (en las veintenas de atlcahualo, tozoztontli, etzalqualiztli, tepeíhuitl, atemoztli), la guerra (tóxcal, tlaxochimaco, panquetzaliztli), el fuego (izcalli), e incluían ofrendas de seres humanos y animales sacrificados, y ofrendas de copal, hule, papel, abundantes flores, comidas, así como danzas, música, plegarias, etc. Todo esto se ofrecía para obtener lluvia, fertilidad, salud y sobre todo el sustento y éxitos militares (Sahagún, 2000), pues la economía de la sociedad dependía primordialmente de la agricultura y la tributación.

 

Aurora Montúfar López. Profesora-investigadora del INAH, especialista en arqueobotánica.

 

Montúfar López, Aurora, “Copal, humo aromático de tradición ritual mesoamericana”, Arqueología Mexicana núm. 135, pp. 64-65.

 

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