Cuevas y pinturas rupestres mayas. Ti’ Ik’ Way-nal, “en el lugar del abismo negro”

Guillermo Bernal Romero

Para los antiguos mayas, la cueva simbolizó la matriz o cavidad primordial que generó la vida. Dotada de oscuridad permanente, la caverna negaba los principios ordenadores de la superficie terrestre, el espacio regido por el movimiento del sol y las estrellas. Era el espacio alterno de la muerte y la resurrección de las plantas, los animales y de la propia estirpe humana.

 

Regida por deidades y seres mitológicos de la noche, la cueva se constituyó como la entrada al mundo subterráneo, la fauce de la montaña. A menudo, las estalactitas y estalagmitas fueron visualizadas como los afilados dientes de esa monstruosa entidad terrestre.

Las cuevas también eran el hábitat de deidades de la fertilidad, como Chaahk, el dios de la lluvia, y la diosa lunar, patrona del nacimiento, la medicina y las aguas subterráneas. Los mayas yucatecos creían que cuando la Luna desaparecía del horizonte (durante la conjunción), ella moría o se iba a dormir a una cueva o un pozo, sólo para resurgir nuevamente.

Durante la época prehispánica, numerosas cuevas de la región maya se convirtieron en destinos de peregrinación y en escenarios de intensa actividad ritual, particularmente durante el periodo Clásico. Las ceremonias más comunes fueron las ofrendas de alimentos e incienso a las deidades, los sacrificios humanos, los autosacrificios sangrientos, las prácticas funerarias y los ritos de fertilidad. Algunas cavernas conservan imágenes y textos glíficos que revelan la identidad de los piadosos dignatarios que las visitaron.

 

Arte pictórico en cavernas de yucatán

 

El norte de la península yucateca es la región donde se encuentra la mayor concentración de pinturas rupestres, particularmente la zona Puuc. Algunas obras pictóricas de la cueva de Loltún parecen ser las más antiguas de toda el área maya. Probablemente son del periodo Protoclásico (100-300 d.C.); sin embargo, solamente se preservan fragmentos de algunos personajes y detalles de textos glíficos. Un texto muestra la fecha 8 muluk, realizada en un estilo muy temprano. Otro, más tardío, incluye el nombre de Akan, deidad relacionada con la muerte y las bebidas alcohólicas. La cueva de Acum muestra varios ejemplos del dios de la muerte y uno de ellos lo presenta sosteniendo una antorcha, como si diera una lúgubre bienvenida a los recién fallecidos.

Cerca de Loltún se encuentra la cueva de Actún Ch’on, donde fue plasmada una extraordinaria escena con tres personajes. El del lado izquierdo cruza un brazo sobre su pecho y lo posa sobre su hombro, gesto corporal que indica disposición al diálogo. Se dirige a un cautivo arrodillado que muestra el pene erecto y que posiblemente será sacrificado. Por su estilo, esta obra parece haber sido realizada en el Clásico Tardío. Como veremos después, existen otras representaciones de individuos que exhiben su miembro viril.

 

Bernal Romero, Guillermo, “Cuevas y pinturas rupestres mayas. Ti’ Ik’ Way-nal, ‘en el lugar del abismo negro’”, Arqueología Mexicana núm. 93, pp. 35-40.

 

Guillermo Bernal Romero. Maestro en estudios mesoamericanos (UNAM), con estudios de arqueología (ENAH). Especialista en escritura glífica maya. Colaborador del Proyecto Arqueológico Palenque y director del Museo de Sitio Alberto Ruz Lhuillier (1998-2005). Desde 2006 es investigador del Centro de Estudios Mayas, IIFL, UNAM.

 

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