No son pocas las ocasiones en las que el despertar de alguno de los volcanes cambió el rumbo de la vida de las poblaciones que se asentaban en sus cercanías, al alcance de la caída de sus materiales o al paso de sus flujos. El ejemplo más notorio es Cuicuilco, importante población del Preclásico en la Cuenca de México, cuyo abandono a causa de la erupción del Xitle influyó en la historia subsecuente de los pueblos de la región. Estos eventos, que representan verdaderas tragedias para quienes son sus víctimas, dan lugar a depósitos arqueológicos de características excepcionales. No es que en Mesoamérica se cuente con un sitio de las características de Pompeya, pero si hay lugares, como el mismo Cuicuilco, el área de Tetimpa, en Puebla, y Joya de Cerén, en el Salvador, que al quedar cubiertos por efecto de erupciones volcánicas contienen información relevante para establecer secuencias cronológicas con mejor precisión y entender momentos específicos de las sociedades que los habitaban.
Tomado de Los Volcanes en México, Arqueología Mexicana, núm. 95.
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