Dainzú y el juego de pelota

Arturo Oliveros

Dainzú-Macuilxóchitl. Un lugar para el juego de pelota

El juego de pelota y el jaguar

Los edificios que han sido más explorados son el A y el B. El primero es el más alto, por lo que sobresale de todo el conjunto, y está compuesto de tres terrazas superpuestas. La inferior, con más de 5 metros de altura, se caracteriza porque la parte sur de su fachada principal tiene una serie de losas de piedra esculpidas con efigies antropomorfas en relieve, la mayoría de las cuales representa a jugadores de pelota vestidos con una parafernalia muy peculiar, compuesta de una especie de botín, pantaloncillos cortos a la rodilla, rodilleras y bandas en la cintura. Todos los jugadores llevan una pelota del tamaño del puño en una de las manos enguantadas –existe, por lo demás, la representación de un guante con todo y la pelota– y portan un singular yelmo con careta estilizada que recuerda la cabeza de un jaguar. En este punto es oportuno recordar que el jaguar era considerado como el dios de la noche y que de alguna manera tenía también una estrecha relación con el juego de pelota y con la definición entre el día y la noche.

Junto a los jugadores de pelota hay otros relieves de distintos personajes ataviados de diferente manera, con tocados elaborados y en actitudes de ofrenda. Dos de ellos (relieves 38 y 44) están vestidos de jaguar y otro, además, tiene la cabeza del animal sagrado entre las manos. Dos relieves menores –también con el mismo tema– se encuentran alojados en la fachada principal de la Estructura B y pertenecen a su primera época (siglos VII a V a.C.).

Los yelmos felinos, por lo visto, fueron determinantes en ese tipo de juego, pero, además, son un indicio de la importancia que debieron de tener tal actividad y los jaguares en ambos lugares. En la parte alta del cerro Dainzú, asimismo, se encuentran varios relieves esculpidos directamente en el propio cerro o en rocas sueltas, todos con representaciones de los yelmos o de las cabezas de jugadores decapitados, que recuerdan al tzompantli o “muro de cráneos”.

 

Arturo Oliveros (1937-2020). Arqueólogo, fue director de la zona arqueológica de Monte Albán, Centro INAH-Oaxaca.

Oliveros, Arturo, “Dainzú-Macuilxóchitl. Un lugar para el juego de pelota”, Arqueología Mexicana, núm. 26, pp. 24-29.

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