Educación de los niños mexica

Rubén Morante López

El mecapal. Genial invento prehispánico

Los cargadores

En el comercio a larga distancia, los nahuas llamaban mecapallo o cacaxe al cargador, nombres que derivan respectivamente de las voces mecapal y cacaxtli. También le llamaban tlameme o tameme, el cual tenía uno de los trabajos más duros de la sociedad indígena, que consistía en transportar entre 20 y 30 kilos sobre la espalda durante la mayor parte del día en viajes que duraban varias semanas; padecían las inclemencias del tiempo, los peligros de los caminos, pasaban noches al aire libre y, en ocasiones, sufrían de escasez de alimento. Ponían en riesgo su vida en cada viaje; pocos aceptarían voluntariamente un trabajo así. No obstante y aun cuando no se fuesen a emplear como cargadores durante toda su vida, como parte de la educación de los niños, desde los cinco años se les enseñaba a usar el mecapal, incrementando el peso sobre su espalda de manera gradual hasta que alcanzaban los 13 años. Como parte del entrenamiento para ejercer el sacerdocio o la milicia, se debían prestar servicios de carga con mecapal, ya fuera para llevar productos al templo o como escuderos, cargando las armas y pertrechos de su maestro sobre la espalda, como se observa en las páginas 58, 60 y 62 del Códice Mendoza. La fuerza de un cargador era tal y tal la ventaja del uso de mecapales, que con ellos se transportaba incluso a personas mayores, lo cual implicaba un peso de hasta 80 kilos.

El tameme ocupaba uno de los estratos más bajos de la jerarquía social y los españoles los consideraron esclavos o sirvientes. Caminaban con la mirada hacia abajo y dentro de un régimen militarizado debían obedecer al instante las órdenes de los pochteca. Su papel en las caravanas comerciales a larga distancia era fundamental en tiempos prehispánicos, durante las cuales llegaban a desempeñar la importante función de guerreros, con lo cual podían ascender en la escala social. Tal hecho se dio en Cuauhtenanco, cerca de Ayotla, en la costa del Pacífico, cuando un grupo de pochteca y sus tamemes, que comerciaban con los mayas, fueron atacados y debieron pertrecharse y luchar valientemente por varios años, luego de lo cual regresaron a México-Tenochtitlan, donde fueron recibidos como héroes. Para su encuentro con Moctezuma, Hernán Cortés se hizo acompañar desde Chalchicueyecan (Veracruz) por indígenas totonacas que transportaron soldados, pertrechos y armas, incluidos cañones, para lo cual emplearon mecapales, como se aprecia en la lámina 30 del Lienzo de Tlaxcala.

 

Rubén Morante López. Maestro en historia y etnohistoria por la ENAH y doctor en antropología por la UNAM. Director del Museo de Antropología de Xalapa de 1997 a 2005. Investigador y catedrático de la Universidad Veracruzana en los programas de geografía e historia. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Morante López, Rubén, “El mecapal. Genial invento prehispánico”, Arqueología Mexicana, núm. 100, pp. 70-75.

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Arqueología e identidad