(Primera de dos partes)
Frente a los graves daños ocasionados por los sismos de septiembre de 2017 a los bienes muebles e inmuebles, históricos y arqueológicos de México, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia encabezaron una eficaz cruzada, la cual implicó la mayor movilización de recursos materiales y humanos de este último en sus ocho décadas de vida. Este artículo se centra en lo relativo al patrimonio arqueológico.
Patrimonio herido
Los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017 comienzan ya a ser un recuerdo colectivo ante el impacto que sufrieron los monumentos y bienes muebles en algunas zonas arqueológicas del país. Pero aquel 7 de septiembre, el Servicio Sismológico Nacional reportó a las “23:49:18 horas un sismo de magnitud 8.2 localizado en el Golfo de Tehuantepec, a 133 km al suroeste de Pijijiapan, Chiapas. Las coordenadas fueron 14.85 latitud N y -94.11 longitud W y la profundidad fue de 58 km”. Posteriormente, el 19 de septiembre, el Sismológico reportó un “sismo con magnitud de 7.1, localizado en el límite de los estados de Puebla y Morelos a las 13:14:40 horas, que fue sentido fuertemente en el centro del país. Las coordenadas del epicentro fueron 18.40 latitud N y -98.72 longitud W, con una profundidad de 57 km”
Aun en la etapa temprana de la cuantificación de daños se hizo evidente que se trataba del mayor reto que el INAH hubiera enfrentado en sus casi 80 años de existencia, y que la labor de restauración llevaría semanas, meses y años de arduo trabajo y entrega. En cifras globales, los sismos dañaron cerca de 2 370 bienes inmuebles –templos, conventos y capillas del periodo virreinal y del siglo XIX, pero también obra civil, arquitectura vernácula, museos, centros culturales y zonas arqueológicas–, y más de 5 000 bienes muebles.
En orden de afectaciones, las entidades perjudicadas fueron Puebla, con 639; Oaxaca, con 604; estado de México, con 279; Morelos, con 261; Tlaxcala, con 140; Chiapas, con 114; Guerrero, con 95; Veracruz, con 15; Hidalgo, con 13; Tabasco, con 9; Michoacán de Ocampo, con una. En la Ciudad de México fueron 199 los monumentos históricos vulnerados, entre ellos la Catedral Metropolitana, La Profesa y el Templo de Nuestra Señora de los Ángeles; la zona chinampera de Xochimilco, incluido el antiguo conjunto conventual de San Bernardino de Siena y la capilla de San Gregorio Atlapulco. No olvidemos que el Centro Histórico y Xochimilco forman parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad reconocido por la UNESCO.
La enorme cifra de inmuebles patrimoniales dañados, la magnitud de afectaciones sufridas y su relevancia histórica, estética e identitaria, demandaron del INAH, de casi los 31 Centros INAH, de las coordinaciones nacionales y cientos de profesionales, mucho tiempo y esfuerzos adicionales en condiciones especialmente difíciles, pues aunque el mismo inah resultó damnificado y se vio obligado a abandonar en definitiva el Conjunto Aristos y reubicarse en sedes alternas, debió seguir atendiendo la ingente emergencia nacional sin descuidar su quehacer cotidiano.
Varios monumentos resultaron dañados en las zonas arqueológicas de Chiapas: Chiapa de Corzo, Chinkultic, Iglesia Vieja; Ciudad de México: Tlatelolco; estado de México: Acozac, Calixtlauaca, Malinalco, Tlapacoya; Guerrero: Huamuxtitlán, La Organera Xochipala, Teopantecuanitlán; Hidalgo: Tula (museo de sitio), Xihuingo, Tepeapulco, Huapalcalco; Morelos: Chalcatzingo, Chimalacatlán, Coatetelco, Teopanzolco, Xochicalco; Oaxaca: conjunto monumental Atzompa, Cerro de las Minas, Dainzú, Guiengola, Lambityeco, Mitla, Monte Albán, Quiotepec, San José Mogote, Yagul, Yucuita, Zaachila; Puebla: Tehuacán y Teteles de Santo Nombre, y Tabasco: Comalcalco.
Los daños, clasificados en moderados, severos y graves, se reflejaron en colapsos, deslizamientos, desprendimientos, derrumbes, desplazamientos, deslaves, fisuras, grietas, fracturas y fragmentación de elementos arquitectónicos, decorativos y paramentos. Algunas zonas y esculturas prehispánicas de gran valor también fueron afectadas, como es el caso de los Xantiles de la zona arqueológica de Tehuacán.
Pedro Francisco Sánchez Nava. Doctor en antropología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Cuenta con una extensa trayectoria en el ámbito del conocimiento y manejo del patrimonio arqueológico nacional. Actualmente es Coordinador Nacional de Arqueología del INAH.
Sánchez Nava, Pedro Francisco, “El impacto de los sismos de 2017 en las zonas arqueológicas mexicanas”, Arqueología Mexicana, núm. 159, pp. 85-89.
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