El Lienzo de Tlapiltepec

Historia de un robo

Manuel A. Hermann Lejarazu

 

Del valle de Coixtlahuaca (un área comprendida entre la parte norte de la Mixteca Alta y la parte sur del actual estado de Puebla) proviene un conjunto de manuscritos elaborados en los más diversos materiales y estilos, aunque en su mayoría sobresalen las telas de algodón o lienzos, por lo que se les ha denominado comúnmente “lienzos de Coixtlahuaca”. Durante el siglo XVI el territorio se encontraba habitado (y aún lo está actualmente) por hablantes de lengua chuchona o chocholteca, pero también existían poblaciones mixtecas y nahuas.

El Lienzo de Tlapiltepec forma parte de este valioso grupo de documentos histórico-genealógicos que narra la situación política y geográfica de la región. Hoy en día, gracias a las investigaciones recientes de Ross Parmenter (1982), Bas van Doesburg (1998) y Adam Sellen (2000) podemos reconstruir la historia moderna de uno de los lienzos más complejos de todo el grupo.

Ahora sabemos que en 1892 el manuscrito se encontraba en la comunidad de Tlapiltepec (lugar ubicado al noroeste del pueblo de Coixtlahuaca) no obstante, el documento fue originalmente pintado en Coixtlahuaca, pero se ignora hasta el momento cómo llegó a Tlapiltepec.

A principios del siglo XX, Tlapiltepec estaba inmerso en un litigio contra los pueblos vecinos de Jicotlán y Tulancingo por la demarcación de sus linderos territoriales. Las autoridades de Tlapiltepec consideraron necesario presentar el lienzo para apoyar sus reclamos legales ante el abogado Antonio María Chávez, quien los representaría durante el pleito. Pero concluido el proceso hacia 1904, Chávez no devolvió el documento a la población, quedándose con la pieza a pesar de las constantes peticiones para que lo regresara. Tres años más tarde, Chávez vendió el lienzo al afamado coleccionista Constantino Jorge Rickards por la cantidad de 400 pesos, dinero que ya había recibido anteriormente de parte del comprador (Doesburg, 1998, p. 59).

Rickards nació en la ciudad de Oaxaca en 1876 y desde niño mostró gran interés por la historia y las antigüedades prehispánicas. Sus padres eran de origen escocés, por lo que lo enviaron a Inglaterra a estudiar desde muy joven, pero años más tarde regresó a Oaxaca para graduarse en leyes (Sellen, 2000, p. 15). En 1905 se encontraba al frente de los negocios de su padre, quien había logrado una posición acomodada gracias a la minería. Cuando en 1910 estalló la Revolución mexicana, la empresa minera se vio muy afectada, por lo que Rickards tuvo que emplearse como vicecónsul de la embajada británica en Oaxaca y en la ciudad de México. El interés de Rickards por la historia prehispánica lo llevó a conformar una gran colección de piezas arqueológicas, entre las que destacan las denominadas “urnas zapotecas” o vasos efigie (Sellen, 2000, p. 15).

Imagen: Al centro de esta imagen se ve a los padres de Atonal, fundador de la dinastía de Coixtlahuaca. Ambos están sentados cerca de los glifos de Cerro de la Red y Cerro del Árbol, lugares que aún no han sido localizados geográficamente en la Mixteca oaxaqueña. Lienzo de Tlapiltepec. Museo Real de Ontario, Toronto, Canadá. Reprografía: Archivo de Manuel A. Hermann Lejarazu.

 

Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Hermann Lejarazu, Manuel A., “Historias de los códices mexicanos. El Lienzo de Tlapiltepec”, Arqueología Mexicana, núm. 106, pp. 16-17.

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