El Tesoro de Monte Albán. Piedras preciosas. Tecalli

Alfonso Caso

“El tecali o tecalli es una especie de alabastro que se encuentra muy abundantemente en las montañas del sur del Estado de Puebla y al norte de Oaxaca. Se utiliza todavía hoy para fabricar objetos de ornato y también, aunque en menor escala, como material de construcción de bellos efectos decorativos. Puede labrarse en láminas tan delgadas que son traslúcidas y es precisamente esta cualidad la que hizo a los mixtecos utilizar el tecali para fabricación de vasijas, de paredes extraordinariamente delgadas, y que nos asombrarían de la habilidad técnica de sus autores, si no comprendiéramos que después de labrar el cristal de roca, y la obsidiana, debe haber sido un juego trabajar el tecali, para estos insuperables lapidarios. Aunque los objetos arqueológicos de tecalli no son desconocidos, sí son bastante raros; sin embargo en Monte Albán encontramos una lápida labrada en este material, con escenas y glifos esgrafiados; de la región totonaca conocemos algunos espléndidos vasos y de Teotihuacán la figura de un tigre en un hermoso tecali de color verde. También hay objetos menores: penates mixtecos, cuentas, etc.

Vasija trípode (núm. 193). La vasija es un casquete esférico soportado por tres pies que rematan en cabezas de serpientes. Demuestra lo exquisito del trabajo, el que estos pies hayan sido perforados por taladros, para adelgazar las paredes hasta hacerlas traslúcidas. En la cerámica mixteca de la última época son frecuentes las vasijas con tres pies rematados en cabezas de animal, especialmente serpientes.

Copa de tecalli (núm. 190). El recipiente es un casquete esférico. La base un tronco de cono decorado con una faja con 20 discos y bajo ella las cabezas de animales. [Están] representados el lagarto, el zopilote rey, con el moño característico de Quetzalcoatl, pues es uno de sus animales; luego el perro Xolotl, con la orejera epcololli del dios; después otra vez el zopilote; un mamífero que puede ser venado; el águila, con las plumas de la cabeza enhiestas; la serpiente; otra vez el águila; el tigre y, después, una cabeza de ave que llamaríamos un águila, si no tuviera el copete decorado con chalchihuites que caracteriza al faisán, como hemos visto al tratar de los adornos y los anillos de oro y plata.

Como aquí seguramente están representados sólo los animales del Tonalamatl, y el faisán (coxcoxtli o “cojolite”) no figura entre ellos, es una demostración de que el águila y el faisán son animales mitológicamente idénticos dentro de la teoría sacerdotal a la que pertenecían los que estaban enterrados en la tumba. Ya hemos visto que tanto el faisán como el águila son emblemas del sol, y así nos explicamos fácilmente esta confusión.

Es curioso observar que los animales, que no son aves, están representados sólo una vez en esta serie; pero el águila y el zopilote lo están varias veces, y una vez el águila aparece con características de faisán, y esto es porque el artista se había propuesto, probablemente con algún fin religioso que ignoramos, que las aves alternaran con los otros animales, pero como sólo hay dos aves en el Tonalamatl o sean el águila y el zopilote, tuvo que repetir y, por necesidades estéticas, variar estas representaciones. Los veinte discos de la faja superior representan cuentas de jade o chalchihuites, y significan, seguramente, los veinte signos de los días.”

 

Caso, Alfonso, “Piedras preciosas. Tecalli”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 41, pp. 54-55.