Elaboración de sal con técnicas tradicionales en la costa de Michoacán. Perspectiva etnoarqueológica

Eduardo Williams

Este artículo está basado en el trabajo realizado por el autor entre 1996 y 2003 en la cuenca del Lago de Cuitzeo, Michoacán, y en la costa michoacana. Después de mi trabajo de campo realizado en abril de 2000 en La Placita, comunidad de la costa, la elaboración de sal ha desaparecido en este lugar, y los sitios salineros se encuentran abandonados (véase Williams, 2018).

Hasta hace poco tiempo, La Placita de Morelos era una de las pocas comunidades en México que seguían usando técnicas tradicionales (en parte prehispánicas) para elaborar sal. Las condiciones ecológicas de la franja costera que se extiende desde Cuyutlán (Colima) en el norte hasta Maruata (Michoacán) en el sur son ideales para hacer sal. Los objetivos principales de este estudio son documentar las técnicas tradicionales que usaban los salineros de La Placita en su trabajo, al igual que el papel de la elaboración y el comercio salinos para la cultura y economía regionales a lo largo del tiempo. Las observaciones etnográficas con perspectiva arqueológica (es decir, etnoarqueología) han arrojado datos sobre la producción de sal que se pueden usar para identificar los restos prehispánicos de esta misma actividad.

Durante el periodo Protohistórico (ca. 1450-1530 d.C.) Tzintzuntzan, capital del imperio tarasco, estaba en la cuenca del Lago de Pátzcuaro. Esa gran ciudad y muchas otras comunidades de la cuenca necesitaban cantidades considerables de sal para la alimentación, conservación de pescado y cubrir muchas otras necesidades. Sin embargo, la cuenca de Pátzcuaro carece de fuentes naturales de sal, por lo que había que importarla de varias regiones de Michoacán. Sabemos que había rutas de comunicación entre la zona de Pátzcuaro y la costa michoacana, por donde pudieron haber transitado varios recursos estratégicos, entre ellos la sal.

Proceso de producción de sal

En La Placita los métodos para hacer sal consistían en filtrar el agua salobre del estero a través de una capa de tierra tierra de la playa utilizando el tapeixtle, elemento construido con ramas, troncos y otros materiales similares. Una vez que se obtenía la salmuera por lixiviación, se pasaba a las “eras” o tinas de evaporación, donde el sol evaporaba el agua y quedaba la sal cristalizada. La unidad de producción que llamaban “plan” constaba de un tapeixtle, varias eras, y por lo menos un “terrero” o montículo donde se acumulaba la tierra lixiviada. La temporada de trabajo en las salinas se limitaba a la época de secas (de principios de abril a mediados de junio), pues al empezar las lluvias el agua dulce reduce drásticamente la salinidad del estero y del salitre; además, la mayor cobertura de nubes dificulta la evaporación solar de la salmuera. Los salineros se dedicaban a otras actividades cuando no les era posible hacer sal, por ejemplo la pesca, la agricultura o como mano de obra asalariada. 

 

Eduardo Williams. Doctor por el Institute of Archaeology, University College London. Profesor-investigador del Centro de Estudios Arqueológicos, El Colegio de Michoacán. Miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y del Sistema Nacional de Investigadores (nivel II).

 

Williams, Eduardo, “Elaboración de sal con técnicas tradicionales en la costa de Michoacán. Perspectiva etnoarqueológica”, Arqueología Mexicana, núm. 158, pp. 63-67.

 

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