En el libro III del Códice Florentino se encuentra un detallado relato del nacimiento portentoso del dios solar mexica. La diosa-madre Coatlicue, "falda de serpientes", barría arriba del monte Coatépetl cuando cayó del cielo un ovillo de plumas. La diosa lo recogió, lo puso debajo de su huipil y quedó preñada del que sería el Sol: Huitzilopochtli. La hermana mayor de Huilzilopochtli, Coyolxauhqui (la Luna), y sus hermanos los cuatrocientos huitznahuas (las estrellas) decidieron dar muerte a su madre, matando asimismo al fruto de lo que ellos consideraban un amor ilícito que los avergonzaba. Después de muchas peripecias, nace Huitzilopochtli, armado con la xiuhcóatl, la serpiente de fuego. Éste sacrifica y degüella a Coyolxauhqui, persigue y diezma a los huitznahuas, de los que sólo cinco escapan a la furia del dios. Es preciso señalar que otras variantes del mito sitúan en Coatépec la caída de los palos de fuego o el fuego nuevo, es decir, la aparición del fuego.
No podemos en el espacio de este artículo proceder a un análisis exhaustivo del texto y de los símbolos que entraña. Nos conformaremos con desprender los elementos esenciales de la historia. La fecundación se Coatlicue por el ovillo de plumas representa en última instancia la fecundación de la tierra por el cielo. El hecho de barrer (tlachpaniztil) el monte Coatépetl constituye asimismo un esquema de acción narrativa con alto valor simbólico. En efecto, barrer constituía una penitencia, una purificación, pero sobre todo definía simbólicamente la disponibilidad del ente femenino en la espera del agente masculino de su fecundación.
Después de una gestación narrativa, cuyas etapas consideramos más adelante, Huitzilopochtli nace, irrumpe en lo más alto del monte Coatépetl. Coatlícue, la mujer con enaguas de serpiente, y el monte de la serpiente Coatépetl se funden aquí para constituir un mismo ente telúrico-materno generador del Sol y del maíz.
Tomado de Patrick Johansson K., “Coatépetl: la Montaña Sagrada de los mexicas”, Arqueología Mexicana núm. 67, pp. 44-49.
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Enigma de las ciudades perdidas