Escritura maya

Maricela Ayala Falcón

Para entender en su justa medida los últimos avances logrados en
la epigrafía maya necesario conocer la historia del desciframiento de la escritura jeroglífica, así como sus características principales.

 

Cuando los primeros españoles tocaron tierras continentales en el Nuevo Mundo se sorprendieron de que sus habitantes supieran escribir y tuvieran libros hechos en “papel”. Como señala Eric Thompson (1972), la primera mención europea a estos libros mayas es de
Pedro Mártir de Anglería, en 1520. Posteriormente, otros clérigos seguirían haciendo observaciones sobre
los sistemas de escritura, aunque, como mencionan fray Diego de Landa y Antonio de Ciudad Real, ese conocimiento era privilegio de unos cuantos sacerdotes y gobernantes motivo por el cual eran más apreciados. Con la llegada del alfabeto latino el conocimiento de la escritura maya quedó en desuso y se perdió aparentemente, para siempre.

 

Pioneros del desciframiento

La escritura maya se ha distinguido de las mesoamericanas y de las del resto del mundo por su belleza y complejidad. Su desciframiento comenzó a principios del siglo XIX cuando el barón Von Humboldt publicó páginas del Códice Dresde, y continuó con viajeros que recorrían el área maya,  como Antonio del Río, John L. Stephens y Frederick Catherwood. Teobert Maler y Alfred P. Maudslay, por citar a algunos, que dieron a conocer varias inscripciones.

Entre los pioneros del desciframiento se encuentran Constantin Rafinesque y el abad Brasseur de Bourbourg, quien también publicó la llamada Relación de las cosas de Yucatán de fray Diego de Landa. documento que contiene, entre cosas, una explicación del calendario maya que aun se utilizaba en la península de Yucatán y un “abecedario” de signos mayas.

A esta escritura se le llamó, casi desde un principio, jeroglífica (de hieros, "sagrado", y glifo, "surco''), pues se le comparaba con la egipcia, y se intentó leerla fonéticamente, es decir. asignándole a cada glifo el valor de un fonema, como ocurre en el alfabeto latino, embargo. no todos los estudiosos estuvieron de acuerdo y, por ejemplo, Ernst Förstemann y J.T.  Goodman optaron por enfocarse al estudio del calendario y
la relación de éste con la información astronómica da en códices, o mayas.

Algunos epigrafistas (estudiosos de la escritura) como Charle Bowditch y Sylvanus G. Morley afirmaron que los textos mayas tenían un contenido mientras que otros, entre ellos Leon de Rosny y Cyrus Thomas, empezaron a tratar de leer los glifos como aunque se desconocía cuál de las 35 lenguas que existieron en la época era la representada.

Este panorama cambió en la segunda mirad del XX cuando, primero, Heinrich Berlín identificó a los que llamó glifos emblema y, posteriormente, Tatiana Proskouriakoff demostró que las inscripciones eran historias que relataban principales hechos en la vida de los gobernantes mayas.

Poco a poco los epigrafistas empezaron a hablar de verbos, sujetos, topónimos, y empezaron a tratar de leer los jeroglíficos. A partir de la década de 1980, en mucho gracias a las correcciones que hizo Floyd Lounsbury al sistema de Yurii Knorozov, los epigrafistas y lingüistas mayistas vieron la necesidad de trabajar en equipo para tratar de resolver dudas y problemas que se acarreaban desde el inicio del desciframiento, como: ¿es fonética la escritura?. ¿cuál es la lengua representada?, ¿se puede utilizar el alfabeto de Landa como Piedra Rosseta?, ¿cuál fue su origen y evolución?

Cabe señalar que el desciframiento no ha concluido y por lo tanto aún no hay absolutas, ni habrá, porque siempre existirá la posibilidad de que un nuevo hallazgo arqueológico cambie las propuestas Sin embargo, los logros obtenidos en últimos 20 años, aunados a los daros existentes, han permitido ir afinando y determinando, sin lugar a dudas, que los jeroglíficos mayas representan una verdadera escritura que tuvo sus comienzos hacia 260 d.C. y se utilizó hasta poco después de la llegada de los españoles.

 

Marisela Ayala Falcón. Doctora en historia de la filosofía por la Universidad de Austin. Investigadora del Centro de Estudios Mayas del IIFL, UNAM, especializada en el estudio de la escritura maya.

 

Ayala Falcón, Marisela, “Escritura maya”, Arqueología Mexicana núm. 70, pp. 40-43.

 

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