En memoria de Alfredo López Austin
Jean Charlot
Jean Charlot participó en distintos movimientos artísticos que rechazaron las reglas académicas del arte, y atribuyó al arte de los mayas algunas normas semejantes a las de las academias, mismas que servían para mediar entre “la norma artística y la representación realista”. Y eran reglas, a su parecer, no tan distantes de las adoptadas en Europa: “la proporción adoptada para representar el cuerpo humano se puede fijar aproximadamente en 6 cabezas y media […] con respecto al cuerpo” (Morris, Charlot y Morris, 1931, p. 320).
Esta última conclusión hacía inevitable una idea un poco pesimista: “En tanto que el artista sólo podía seguir las modas, ya no se enfrentaba a los problemas complejos –pero emocionantes– que habían preocupado a su predecesor, y la monotonía se volvió inevitable” (Morris, Charlot y Morris, 1931, p. 320).
Charlot seguramente tenía en mente las proporciones ideales del cuerpo humano postuladas por distintos artistas del Renacimiento, que se inspiraban en Vitruvio, como Leon Battista Alberti y Albrecht Dürer. Con frecuencia se aludía con estas ideas a la noción de “canon”, por ser el nombre atribuido a una escultura de Policleto que se juzgaba perfecta: el Doríforo. La búsqueda de un “canon” americano no era incidental. Diego Rivera había recurrido a las fotografías antropométricas de Manuel Gamio para sus murales en la Secretaría de Educación Pública, en busca de un “canon” distinto del que se enseñaba en las academias, mediante la meticulosa copia de esculturas clásicas.
Pero en el texto de Charlot encontramos algo distinto: la idea de que los antiguos mayas habían tenido su propio “canon”, debiéndose buscar a los equivalentes del Doríforo en las estelas y monumentos mesoamericanos. Una cosa era decir que los habitantes del continente americano tenían características anatómicas comunes, con apoyo en las mediciones de la antropometría; eso hacía Rivera.
Otra cosa, muy distinta, era suponer que los artistas mayas habían desarrollado un sistema para medir esas características; que como los griegos antiguos habían asociado el estudio anatómico con el pensamiento matemático; y esto último era lo que implicaba la propuesta de Charlot. No contento con esa idea, postuló que el Templo de los Guerreros de Chichén Itzá tenía algo parecido a las animaciones de Walt Disney: “Tenemos al guerrero maya captado en cinco ‘fotogramas’ de su salto guerrero en los frescos de Chichén Itzá” (Lerner, Los mayas del modernismo, p. 199).
Imagen: Jean Charlot, Mayan Murals, 1935, litografía a color en aluminio. The Metropolitan Museum of Art. Foto: © Artists Rights Society (Ars), New York.
Renato González Mello. Doctor en historia del arte por la UNAM. Curador del Museo Carrillo Gil (1989-1992), Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
González Mello, Renato, “Jean Charlot”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 105, pp. 50-53.